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Efectivamente, presidenta, esta crisis no era necesaria. Y todas las rupturas y sobreactuaciones deterioran la confianza dentro de un equipo de gobierno cuya actuación ha de ser colegiada y cohesionada para ser eficaz y sólida.

Susana Mora se vio atrapada entre el informe jurídico de la Abogacía de la Comunidad Autónoma y las exigencias de Més con la escenificación de la renuncia de sus tres consellers y los siete directores insulares.  En los despachos del PSOE y Podemos aún resuenan, porque dolieron, las acusaciones de chantaje difundidas por Més; sus declaraciones en las que criticó al Govern «por escuchar las presiones de los sectores económicos para que no apruebe la Ley de Reserva de la Biosfera» y el «nosotros nos vamos por coherencia, pero la claudicación de la presidenta del Consell la perjudica a ella, no a nosotros».

A pesar de todas estos reproches y descalificaciones, fue Susana Mora quien no aceptó las renuncias y abrió la tregua de la Semana Santa, un periodo de reflexión para salvar el pacto.

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Quien también ejerce como secretaria general del PSOE-Menorca, que estaba dispuesta a gobernar en minoría hasta mayo del 2023, sabía que si tramitaba las renuncias, convertía automáticamente a los consellers de Més en los mártires de una crisis que no ha acabado porque estas hostilidades han distanciado más a unos aliados que son adversarios. La clave es electoral: «resulta que el partido menos desgastado en Menorca somos nosotros; Podemos tiende a la baja y el PSOE también. Més se mantiene e incluso tiene una cierta expectativa de aumento de voto» (Miquel A. Maria. Vilaweb, 11 de abril).

A partir de ahora, cuando aún falta valorar los daños políticos, aumentarán los recelos y las suspicacias entre PSOE, Més y Podemos en el Consell.

Por cierto, los turistas no tuvieron en Menorca sensación de masificación el verano pasado, según el informe de satisfacción de Mabrian Technologies.