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Este año vuelven las actividades en la calle que la pandemia había impedido. Veremos tardeos, fiestas populares, espectáculos multitudinarios, expositores con libros rodeados de rosas para celebrar Sant Jordi… Todo el mundo quiere pasar página.

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Siguen las graves amenazas, que son camaleónicas, pero nosotros nos comportamos según el carpe diem y la lectura seguirá siendo imprescindible para dar amenidad, sabiduría y un poco de solaz a nuestras vidas. Cada capítulo de la novela existencial es diferente. No hay dos iguales. Como la realidad es la que es, y muchas veces nos disgusta, al menos podemos leer un rato. También hay obras para reírse de lo desastroso o demasiado solemne. Para consolarse o para reflexionar sobre lo divino y lo humano. Lecturas para todos los gustos, sobre los que ya hay mucho escrito. Antídoto del pensamiento único y de las opresiones del poder, que siempre es algo provisional o transitorio, por muy tiránico que sea.

Celebremos a Gutenberg, a Shakespeare, a Cervantes, a Ramón Llull, a Albert Camus, a los editores y a las bibliotecas públicas, al libro electrónico y al de bolsillo. ¡Hay tanto que celebrar! También a los lectores aficionados y a los escritores de todo tipo que siguen aumentando el caudal interminable de las letras. Esas letras que según estén colocadas, alimentan el cerebro individual y colectivo. No todo lo escrito vale lo mismo. Leyendo nos vamos formando y socializando.