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Espía: «persona que con disimulo y secreto escucha u observa lo que ocurre para comunicarlo a quien quiera saberlo. Persona al servicio de una potencia extranjera para averiguar información secreta, generalmente militar, en un país determinado».   

Espía doble: «el que está al servicio simultáneo de dos potencias contrarias».

Muy a grosso modo, un espía es eso. Nuestros espías tienen su sede en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Curiosamente su funcionamiento real parece que aquí lo ignora desde el Parlamento al mismísimo presidente del gobierno, porque uno se pregunta cómo se puede tomar la decisión de espiar a Pere Aragonès entre otros 18 políticos catalanes, parece que sin habérselo comunicado al gobierno de la nación. Pues estas son las horas en que no sabemos muy bien cómo se ha generado esta crisis que llamaremos crisis del espionaje. Déjenme ser reiterativo: ¿por qué se espió a políticos catalanes, entre ellos al presidente catalán Pere Aragonés? Esa situación convierte al presidente del gobierno y al gobierno mismo, en poco creíbles cuando al principio dijeron ignorar un problema tan grave como este; un hecho, en fin, que deja al presidente del gobierno muy mermado a la hora de mostrarse duro aunque legal frente al independentismo. Por si todo el lío que se ha organizado fuera poco, hasta salen voces señalando en este lamentable asunto al reino alauita como la fuente de donde pudo haber partido el espionaje al presidente del gobierno, señor Sánchez y la señora ministra Margarita Robles. Por otro lado ya es casualidad que descubierto el espionaje contra políticos catalanes, unos días más tarde aflora vox populi que el presidente señor Sánchez ha sido víctima de ese engendro llamado «Pegasus». De ser así, cómo entender que los agentes del Centro Nacional de    Inteligencia no lo tuvieran localizado, fichado y anulado en el sentido de apercibir a nuestros políticos, uno a uno si fuera necesario o a la vez en el Congreso y Senado, amén de gobiernos autonómicos, de semejante amenaza. Da la sensación que ha sido lo de espiar al presidente y a la señora ministra, el recurso para paliar un poco el espionaje a los políticos catalanes. No afirmamos que sea así pero da esa sensación.

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Por cierto,    tanto el Pegasus como nuestros espías del CNI no debe ser muy a lo Bond, James Bond, si se les coló en coche por la frontera Carles Puigdemont, ni tampoco fueron capaces de localizar las urnas que por aquellos días el gobierno buscaba dando palos de ciego. No será la primera vez que por sacar la pata terminamos metiéndola hasta el corvejón. ¿A qué lo de decir que el espionaje a Pedro Sánchez y a la ministra podía salir de Marruecos? ¿No nos basta con malmeternos con la política catalana que dirigimos nuestras sospechas hacia el otro lado del estrecho?

Me pregunto ¿de qué sirve la Ley Orgánica 2/2002 del 6 de mayo de control judicial previo de las actividades del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), si Israel tiene un «mercadillo» de Pegasus capaces de espiar todo lo que se mueve? Al alcance de tirios y troyanos, el tal Pegasus puede visto lo visto poner a las democracias más avanzadas de Europa en la UCI de la política. Sin embargo los Pegasus no fueron capaces de librarnos del desastre de las torres gemelas ni del drama humano del 11-M en España, ni de lo de Niza, Barcelona o París. Parece que el engendro israelita esté diseñado más para la política barriobajera que con el «sambenito» de estar espiando a todo dios, permite satisfacer el irrefrenable impulso de acumular información sobre todo de carácter malsano.

Sin que se nos alcancen los motivos, la señora Robles dice que lo que se ha hecho ha sido sustituir a la jefa del CNI, Paz Esteban, por la segunda en el organigrama de mando, la señora Esperanza Casteleiro. Todos sabemos que eso no ha sido así, pero nos tratan como su fuéramos tontos de diseño, como si el votante solo fuera útil a la hora de votar; ese tipo de error nos aleja de la política y del político señora Robles, porque «eso» no es la verdad de lo que ha sucedido.