TW

Te seré claro, en España nos preocupa más enterrar a Nadal y decir que está acabado, que tomar su ejemplo de resistencia, superación y constancia para intentar ser el mejor un partido más, cuando la mayoría ya estaríamos de parranda en el correspondiente yate. Tenemos una mentalidad más conformista y pachorra que la del mejor mallorquín de la historia, si no el mejor deportista de la galaxia.

Sí, ya sé que es más fácil dejarse llevar por la lógica que por el corazón, y todas las señales invitaban hace ya un puñado de años a levantarse y aplaudir un «adiós» que se antoja especialmente doloroso. Pero no, ese «adiós» no llega. Y el protagonista responde a las dudas marcándose partidazo tras partidazo ganándole a su rival y también al tiempo, a la lógica, a los bocachanclas, a las estadísticas e incluso al Big Data, que es la suma de los cálculos matemáticos de las informaciones que manejamos respecto al pasado y al presente que nos invita a predecir, con más pena que gloria, lo que pasará en el futuro.   

En este país, y en este planeta, hacen falta más Rafa Nadal y nos sobran influencers, y tontería. El exceso de información ha hecho que lancemos mensajes contradictorios a los más jóvenes, como por ejemplo que es mejor quejarse que centrarse en trabajar, sufrir y mejorar.

Noticias relacionadas

Alguno dirá que soy un exagerado y que no es para tanto y es normal, lo entiendo, porque la envidia es uno de los deportes en los que somos claros aspirantes a campeones del mundo porque vamos sobrados de candidatos.

Este país tiene un problema muy serio con la educación donde nadie ha sido capaz de imponer la lógica a los intereses para marcar una ley general de la educación que proteja a los jóvenes de incompetentes, ‘incompetentas’ e incompetontos de turno. Y en lugar de enseñar y compartir los valores, el trabajo y la dedicación de Nadal para formar mejores personas de cara al futuro, los incompetontos se centran en desvirtuar la historia y la chorrada del género.

Y así nos va. Que somos un país con más de 3 millones de parados que a la vez tiene más de 100.000 puestos de trabajo sin cubrir porque «no son lo suficiente buenos». No se puede obviar que las condiciones de algunos de esos puestos no son las mejores, pero si ponemos más énfasis en enseñar a quejarnos en lugar de hacernos fuertes ante la adversidad, seremos todo lo contrario de Rafa Nadal. Una pena, la verdad.

dgelabertpetrus@gmail.com