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En la versión original de Terminator Arnold Schwarzenegger repetía unas pocas palabras en español macarrónico. Decía «No problemo» y «Hazta la vizta beibi» y se quedaba tan pancho. Será por lo de que una imagen vale por más que mil palabras, de donde se deduce que para abreviar, todos deberíamos expresarnos por medio de imágenes. Es lo que ocurría en el antiguo Egipto, que las imágenes colosales de los faraones esculpidas en piedra hablaban de sus hazañas –a menudo falsas– al vulgo que no sabía leer. También es lo que ocurría en la Edad Media, donde las iglesias se llenaban de profusión de estatuas y relieves para adoctrinar al pueblo que no sabía leer. Hoy en día también recurrimos a las imágenes en los anuncios de los medios de comunicación y hasta en los menús de los restaurantes de playa. Según un informe que corre por ahí el idioma español tiene unas trescientas mil palabras, de modo que si cada imagen vale por mil palabras, lo podríamos dejar reducido a trescientas. Trescientas palabras es lo que usan la mayoría de los jóvenes de la actual generación, de las cuales setenta y ocho son groserías. Esto me lleva a pensar que no hemos progresado mucho desde los tiempos egipcios. Cervantes usó unas veintitrés mil palabras en el Quijote, y no tenía diccionarios ni ordenador, por no tener ni siquiera tenía pluma estilográfica. Una canción de reggaetón tiene un promedio de treinta palabras. Una vez uno de sus nietos le dijo a mi tía que le hubiera gustado conocerla cuando era en blanco y negro. Lo que ocurre es que había visto una foto en blanco y negro y mi tía le había explicado que «antes eran en blanco y negro». Pues bien, si al niño le hubiera gustado ver a mi tía cuando era en blanco y negro, a mí me gustaría asistir a una conversación, o escuchar una declaración política, que tuviera trescientas palabras y el resto fueran imágenes. Seguramente sería una conversación llevada a cabo mediante una aplicación de móvil y con muchos emoticonos.

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No estoy en contra de las imágenes. Me gusta mucho pintar de modo figurativo, destacando las imágenes de las cosas. Pero también me gustan las lenguas: me gusta escribir en catalán, en castellano, en inglés y en francés, me gusta leer en italiano, probé de hacerlo en ruso pero vino Putin montado en un misil, en alemán voy muy despacio… Pero comprendo que la lectura y el estudio de las lenguas ensanchan la mente y que cuando solo veamos los colores y las imágenes de los plátanos volveremos a ser simios.