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No es que desee delinquir, pero todos aspiramos a pasar una temporadita a la sombra. No está demostrado que el calor funda las neuronas ni que el lúpulo (o cerveza) las reanime. Este verano nos pasamos el tiempo apagando incendios y surfeando sobre olas de calor y de virus. La película que rodamos en la isla se llena de extras para pasar del intimismo invernal a la superproducción veraniega. Es difícil de creer el dinero que se mueve por metro cuadrado en estos momentos, también la cantidad de pobres que van apareciendo a raíz de la enésima crisis, pero por muy difícil que sea creer, la realidad es tozuda y acabaremos por caernos del caballo. La realidad es cruda, variopinta, enigmática e inmensa. No podemos abarcarla toda, solo navegar por ella: unos de manera real con su yate, otros de forma virtual con su pantallita.

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Gracias a Juventudes Musicales hemos podido escuchar en Menorca la «5a sinfonía de Beethoven». He leído en «Panfleto de Kronborg» de Jesús del Campo que «la música se mantiene en su sitio mientras el mundo cambia». También que «la impunidad de la ignorancia debilita la democracia». Leer y escuchar música son lujos que podemos permitirnos. Trump, Johnson, Sánchez, incluso Putin, pasarán. No hay mal que cincuenta años dure. No hay mal que por bien se tenga. Piensa mal y serás trending topic. Quien a buen árbol se arrima, acaba por tener algún cargo. Se ve que el calor extremo distorsiona los refranes.