TW

No sé ustedes, pero yo hace tiempo que voy dejando cosas atrás. No sé si en eso ayudan los años que uno va sumando y que ya casi no te caben en esa mochila que un día te regalaron nueva y reluciente y donde guardabas sueños con la esperanza de que un día se harían realidad. Algunos consiguen acompañarte y otros se pudren en el fondo, quizás por no haberlos aireado de vez en cuando o porque estaban compuestos de demasiados componentes negativos.   

Noticias relacionadas

Sea como sea, hoy esa mochila te pesa más que antes y es cuando tomas la decisión de revisarla y desprenderte de todo aquello que no merece tu compañía. Un libro con varias hojas amarillentas y carcomidas por algún bicho que no sabía leer y que tú ni siquiera recuerdas si en algún momento lo leíste. Un mendrugo de pan que en su día imagino formo parte de algún extraordinario bocata, un boli con escasa carga que utilizabas para anotar las citas o plasmar en algún papel esas ideas y pensamientos que te atormentaban, fotografías de gente que un día te parecieron importantes y que de repente se convirtieron en títeres sin gracia ni apego alguno.

Hoy mi mochila es mucho más ligera y a pesar de que en ella hay más espacio, he decidido no meter nada más en ella porque a estas alturas las mezclas y combinaciones podrían ser explosivas y uno ya no está para aguantar muchos truenos.