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El conseller de Medio Ambiente, Josep Juaneda, en el pleno del lunes, se escondió detrás de los informes técnicos para no explicar la responsabilidad política de gestión de Milá.
En general, en muchos asuntos relevantes, los informes técnicos y lo que los ampara, las leyes, normas y reglamentos han levantado un muro que deja la capacidad de gestión política en residual.

Esta situación se puede ver en la historia reciente. Cesgarden es el mejor ejemplo. La indemnización miltimillonaria podría haberse evitado si se hubiesen incorporado los cambios necesarios en la primera modificación del PTI en junio de 2006.

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Ahora se dan otras dos situaciones. La primera es el proyecto de reforma de los hoteles de Meliá en Son Bou, que representan el mayor impacto paisajístico en la costa menorquina. Los dos grupos políticos del Ayuntamiento de Alaior piden al Consell que negocie y vea la posibilidad de un acuerdo. Esta multinacional del Turismo hubiera podido hacer como Cesgarden o Princesa Son Bou e ir a los tribunales a buscar el dinero por los hoteles que podía construir en terrenos que el PTI desclasificó con la famosa y cara operación esponjamiento. Pero no lo hizo. Es un buen punto de partida. Creo que esta compañía, que ha elevado la categoría de todos sus hoteles, menos de los dos de Son Bou, sacaría más rédito de una reforma acorde con lo que es Menorca, que no consolidando las torres gemelas. Pero para abrir esa puerta hace falta la llave del Consell y flexibilizar la norma.

El parque acuático de Biniancolla, ahora sin licencia es otro caso necesitado de gestión. Ha quedado judicialmente claro que no podía tener la declaración de interés general en una parcela protegida, situada junto al hotel Sur Menorca y rodeada de calles y aceras. Ante el problema de un Splash construido con licencia y todos los permisos, ¿hay margen para el acuerdo? ¿O solo queda esperar todo el peso de los informes jurídicos? ¿No vamos a superar nunca el síndrome de l’amo en Xec?