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Un periodista que quiera ejercer su oficio con honestidad ya tiene asumido que no va a hacer amigos, incluso que va a perder alguno. Todo el mundo entiende que un carnicero debe poder vender su carne y si es de buena calidad, mejor; que un notario debe poder redactar una escritura y si lo hace con la pulcritud del puesto, mejor; que un repartidor debe poder distribuir paquetes y si lo hace incluso antes de la hora prevista, mejor; pero a veces cuando un periodista o un medio hacen bien su trabajo, publican informaciones fruto de un trabajo de investigación, a algunos les duele, creen que existe intención de dolo, que se podría ahorrar la incomodidad que provoca la publicación. Es decir, piensan en el fondo que los periodistas no han de poder hacer su trabajo y que cuanto mejor lo hacen, peor les parece.

Por eso no sorprende que, en el caso Milà, Miquel Àngel Maria y Josep Juaneda, en lugar de valorar la labor periodística interpreten y afirmen que todo se reduce a una operación de oposición de la derecha en contra del candidato de este partido a la presidencia del Consell.

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Es un hábito deficitario de cultura democrática considerar que solo cuando un medio publica información que afecta a otro partido que no es el tuyo hace bien su trabajo.

Esta carta va dirigida a nuestros lectores para explicarles cómo trabajamos. El objetivo de ser el diario de todos nos obliga a no ser el diario de nadie. El criterio es profesional. A unos lectores, cada uno con su forma de pensar, un día no les gustará una información o un artículo. Eso es inevitable cuando se trata de un medio que informa con profesionalidad y que publica opiniones de todo el abanico ideológico. Pero espero y deseo que nuestros lectores valoren la importancia de disponer todavía de un periódico que intenta hacer un buen producto informativo cada día y que quiere ser fiable y útil a la sociedad. Porque, al final, lo que hacemos es por delegación del derecho que ustedes tienen a la información veraz.