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Leo en estas mismas páginas que en Menorca, y seguro que en muchos otros lugares, hay problemas para encontrar médicos de cabecera, entre otros perfiles de personal sanitario. El IB-Salut, que anda a la desesperada, se ha visto obligado a estrujar el bolsillo, después de romperse la cabeza, para intentar convencer a algún facultativo de la península para que se mude a las Islas con algún argumento económico que va más allá de la calidad de vida y el sol y playa.

¿Qué pasa? Ni los niños, ni las niñas, ni les niñes, ni lis niñis, ni los niñus quieren ser médicos. En una sociedad que ha evolucionado hacia objetivos inmediatos y donde el reconocimiento y la popularidad prima por encima de todas las cosas, escasean los y las valientes que tienen que hipotecar 7, 8 ó 9 años académicos y un porrón de exámenes, o los que sean, para alcanzar el objetivo de la bata blanca y el estetoscopio, entre otros.

Ahora es más fácil que los jóvenes quieran ser influencers que médicos o cualquier otra profesión que requiera un mínimo de compromiso y dedicación lectiva. Es más fácil hacer el idiota delante del teléfono por un puñado de ‘likes’ que aprenderse el nombre de todos los huesos de una mano hipotecando algunas noches.

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Es uno de los problemas. Si no nos preocupamos cuando estamos fomentando la ley del mínimo esfuerzo, no podemos pretender que nos tomen en serio cuando nos faltan, precisamente, personas capaces de estudiar tantos años para convertirse en médico. Ojo, y no digo que el temario y los esfuerzos se tengan que rebajar para que sea más fácil convertirse en facultativo, sino intentar cambiar los mensajes y las prioridades para que aparezcan los valientes que quieren estudiar medicina.

Si a eso le sumamos que el escenario laboral no es precisamente atractivo, todo se complica todavía más. Hay un problema real de agresiones contra el personal sanitario en el que nadie hace nada y, mucho menos, se preocupa por hacer nada. Los que mandan toleran la agresión como respuesta a un diagnóstico que no gusta con la misma impunidad y negligencia que lo hacen con los padres y madres que muestran su desconformidad con las notas de los profesores a golpe de nudillo e insulto.

Y para colmo, en esta comunidad, preferimos un médico que hable correctamente el catalán a un buen médico. Si nos dedicamos a poner trabas a un camino que ya de por sí es difícil, pasa lo que pasa.

dgelabertpetrus@gmail.com