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Hoy me tomaré una licencia para enfocar en temática deportiva este ratito que tú y yo nos sentamos a charlar. Lo de España en el Mundial, no es casual. Que la euforia del 7-0 con el que empezamos la aventura ganando a Costa Rica haya derivado en una clasificación para octavos de final por los pelos, es muy nuestro. Tenemos una facilidad asombrosa para emborracharnos de las buenas noticias y luego, ver como las malas noticias van llegando sin darle la importancia que se merecen. O sea, que todo va bien pero mal.

Ahora, tranquilamente, los jugadores de la selección podrían estar regresando de su Mundial si no fuera porque Alemania fue legal. Te pongo en contexto. Durante 3 minutos estuvimos eliminados, entre que Japón nos marca dos goles como dos soles y Costa Rica li fot un toc pes morros a Alemania. Como nos autoproclamamos supercampeones del mundo y del universo tras el primer partido, nos importó cero empatar el segundo contra Alemania y un poquito menos, dejarnos remontar por Japón.

La suerte fue que Alemania, donde no están tan acostumbrados como aquí a los mangoneos, luchó por pasar ganando su partido mientras esperaba que España remontara a Japón. Nosotros, que ya estábamos echando las cuentas con los dedos para darnos cuenta de que si los dos partidos acababan así, la selección se clasificaba igual, a pesar del ridículo, pues ya nos vino bien que rematásemos la mala deriva que lleva el equipo, a pesar del optimismo de Luis Enrique, con un mal resultado para un mal partido empañado por el disgusto momentáneo en el que estuvimos eliminados, a pesar de haber ganado un partido 7-0.

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«Pero estamos en octavos», vomitarán los optimistas con sobredosis de conformismo, sin entender que con esa actitud, Marruecos, el martes, nos hará una auténtica devolución exprés y en caliente desde Qatar.

Y no solo en el fútbol. Nos acostumbramos a embobarnos con espejismos positivos a los que nos aferramos en mitad de la tormenta para pensar que todo va bien cuando en realidad va mal, muy mal o rematadamente mal.

Preferimos ignorar el problema pensando que a lo mejor así se evapora, escurriendo el bulto y pasándoselo a otro. Hemos ganado 7-0, no hay inflación, no sube el paro, no hay un problema sanitario en el país, no se trata la educación de nuestros hijos como si fuera un mangoneo, no nos han aprobado una ley que rebaja condenas a violadores, no nos han tomado el pelo cambiando la ley a la carta para que filoetarras y filoembusteros se rían de nosotros…    Seguro que ante el aluvión de titulares que te machacan con alguno de los puntos que te comento, más de uno habrá pensado «pues podría ser peor». Pues como con Japón… Todo está bien mal.

dgelabertpetrus@gmail.com