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Música y Danza. Por eso no sorprende la pérdida de alumnos en los últimos años. Las escuelas municipales llevan a cabo una gran labor y quizás se las considere a veces competencia del Conservatorio, sin embargo una formación profesional es imprescindible. El problema es que la precariedad no se resuelve con el proyecto de la Sala Augusta. Puede que sea hora de reconocer el error de esta ubicación y plantear alternativas.

Las dificultades para desarrollar este proyecto están a la vista. Dos concursos declarados desiertos, el segundo tras incrementar el presupuesto en unos dos millones de euros, hacen cuestionar la viabilidad de la obra. El nuevo Conservatorio de Eivissa costó cinco millones. Si se trata de añadir millones para una reforma de la Sala Augusta en algún momento puede que salga más económico un nuevo centro con mejores prestaciones. Por otra parte, la Sala Augusta convertida en nueva sede tampoco responde a las necesidades del Conservatorio. La ampliación por el subsuelo plantea numerosas dudas. No está previsto un espacio para la danza. Además, las voces de profesores reclaman alternativas.

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La idea de no abandonar edificios públicos vacíos que tienen su historia en la ciudad es un argumento urbanístico interesante, pero siempre debería condicionarse a que la reforma cumpla con las expectativas de su nuevo uso. Eso no sucede con la Sala Augusta. Además en los últimos días han surgido algunas ideas que podrían ser interesantes, como la de ubicar el Conservatorio en la terminal portuaria, un gran espacio en busca de nuevo sentido y sin problemas para su ampliación.

A mi lo que me sorprende es que nadie de la administración vea que el proyecto de la Sala Augusta desafina. Puede que sea hora de llevar la música a otra parte.