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Ahora que quedan pocos días para acabar este añito tan generoso en noticias apocalípticas y con trazas gordas de distopía, lo mires por donde lo mires, es un buen momento para hacer balance… que no, que es broma, que el balance lo hagan otros, no haremos el enésimo artículo recopilatorio para enumerar las mierdas que hemos pasado y sembrar de buenas intenciones el futuro, nos parece un aburrimiento letal, lo que sí vamos a pedir, por pedir algo, es que dejemos de normalizar cosas que no deberían ser normales, me explico una vez más, o al menos lo intentaré, después del punto y aparte.

No podemos normalizar que los precios suban como si les hubieran metido hormonas de crecimiento, que de esa subida se estén aprovechando unos poquitos para expoliarnos aún más y que aquí no pase nada porque suenan los villancicos a todo trapo y lo tapan todo. No podemos normalizar que sea casi imposible acceder a una vivienda digna cuando una gran numero de propiedades están en manos de fondos buitres que están tan lejos de la ética y la moral como lo está un rey de la honestidad, por cierto, no podemos normalizar que en pleno siglo XXI haya reyes con sus súbditos y todo, vaya anacrónica mas tocha que estamos aguantando con nuestra pasta. No podemos normalizar que un médico tarde en vernos meses, con esos tiempos de espera uno pedirá hora para un pediatra y le darán directamente para un forense porque moriremos de viejos o enfermos antes de que un galeno diga eso de «coja aire por la boca y suéltelo por la nariz».

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No puede ser normal que la brecha entre los forrados y los currantes sea cada vez mayor, enorme, gigante, cuasi infinita, si normalizamos esta crueldad aceptamos que hay vidas que valen más que otras y eso nos aleja de la humanidad y nos sitúa en la barbarie más fea que uno se pueda imaginar. No podemos normalizar como irremediables la violencia contra las mujeres, los ataques homófobos y xenófobos, los discursos de odio alimentados por personajes muy perfumados que visten ropas muy caras pero que dan un asco infinito por su arrogante clasismo. No podemos normalizar a los corruptos que se llevan la pasta de todos para sus orgías privadas, digamos alto y claro: «corruptos caca, eso no se toca, eso no es tuyo, y por ser niños malos os quedáis sin merendar y os vais a llevar unos buenos azotes legales, porque tenemos unos jueces honrados, que milagrosamente hemos encontrado por ahí, y os van a dar la del pulpo». No deberíamos normalizar que se juegue un mundial de fútbol sobre un lecho de cadáveres, en un país que se pasa los derechos humanos por el forro de la chilaba, y a nadie se le caiga la carita de vergüenza, no habrá oro para tapar tanta miseria.

Que sí, que ya hemos aceptado que de la pandemia no salimos mejores, sino más insolidarios y egoístas, pero de ahí a normalizar que «Master Chef» es un programa de cocina en lugar de un reality casposo y añejo, que la cerveza se puede tirar sin su corona de espuma y no se parará la rotación de la Tierra, que Menorca ya es «Eivissa 2» en cuanto a gentrificación y masificación y que nada se puede hacer para revertirlo, que se pueden vender huevos fritos plastificados y el tinto de verano embotellado sin consecuencias legales, y que los «machos fachos» van a gobernar el mundo porque no hay alternativa posible a su régimen dictatorial, va un largo trecho que no debemos recorrer. Cerrando que es gerundio, mientras nos dejen aquí seguiremos, tan normalitos, deseándoles buen lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com