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No lo dudes. Paquito es tu héroe. Para ti y para algunas personas más. Por analogía con el espía más famoso del mundo mundial, los que tenéis el placer de conocerle, le llamáis, familiarmente, Quito… A lo que añadís una aposición: Quito, Paquito, 007 y mitad. De hecho, Quito es un crack en multitud de aspectos, aunque sobresale en uno: en su feroz -y efectiva- lucha contra las personas tóxicas. Usted las conoce…

007 y mitad las detecta al instante… «Malo cuando alguien comienza -te comentaba- una conversación con un «es raro» o con otras opciones: «¿No lo sabes? ¿No te lo han contado?»; «es por tu bien»; «no sé sí contártelo»; «tal vez no sea verdad, pero…», etc. Aunque la señal de alarma más clara de que te encuentras ante un cabrón es, sin duda alguna, ese «me han dicho» y sus diversas variantes: «se dice», «se comenta».

Al oír esos prolegómenos, tu amigo sale corriendo, tras la pertinente puya al insidioso. Y es que Quito hizo suyas, hace ya mucho, las liberadoras palabras de Dalai Lama: «Deja ir a las personas que solo llegan a ti para compartir quejas, desastres, calumnias y juicios». Por cierto, se te había olvidado: 007 y mitad es un hombre feliz, amén de un tío que alegra las mañanas de su entorno, uno de esos seres luminosos que, afortunadamente, se empecinan en no morirse…   

Les pondrás ahora algunos ejemplos para que comprueben ustedes la habilidad que este Ulises moderno tiene para neutralizar a tanto malnacido. En cierta ocasión Z le dijo a Paco que era un ser repugnante. A lo que Quito, sin inmutarse, replicó: «Debes confundirme con un espejo». Y remató faena: «Espero que lo hayas entendido». En efecto, nadie domina como él el sarcasmo, ese arte que, según conocida frase, consiste en «la capacidad de insultar a los idiotas sin que ellos se den cuenta». Algo enormemente meritorio si se tiene en cuenta que vuestro 007 carece de estudios superiores… Salvo los que la vida tuvo a bien y acertadamente regalarle...

- Te he visto junto a ese cabrón -le espetó X-. Así que tú también debes serlo…

- No soy imbécil -replicó Quito- y, no obstante, ahora estoy a tu lado…

¿Más ejemplos?

- ¡No te lo creerás! -un tóxico-.

- Pues no -replicó Paco-.

- Es por tu bien -otro cabronazo-.

- Seguro que es más bien para mi mal -espetó 007 y mitad-.

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- Tienes unas ideas muy anticuadas -solemne afirmación hecha por una política multi tránsfuga-.

- Tal vez sea porque no las cambio cada día -objetó Paquito-.

- No sé si decírtelo -otro gilipuertas-.

- Yo sí lo sé. ¡No me lo digas, chaval!

Los ejemplos serían interminables… Y por si no bastara con lo anterior, bueno será aclarar que Paquito es, por añadidura,  un buenazo, capaz incluso de ayudar a quienes quieren envenenarle/envenenaros el alma. Porque Quito, 007 y mitad, sabe de la profunda oscuridad que habita permanentemente en el interior de las personas tóxicas. Ya sea por orgullo, por insatisfacción, por envidia, por fracasos personales, por la necesidad de controlar a otros en vez de hacerlo con uno mismo o porque muchas de ellas, a la postre, vieron frustrada su vocación de juez.

Lo anterior explica la empatía/cortesía de Paquito, 007 y mitad. Por ello pensáis, los que le conocéis, elevarle, por sobrados méritos, a 007 y tres cuartos un día de estos. Empatía/cortesía  que reparte por doquier, a pesar de sus ochenta y dos años y el viejo bastón que le socorre…

- ¿Por qué es usted tan amable? -le inquirió F-.

- Porque la vida es muy corta -sentenció Quito-.

- ¿Que cuándo aprendió a actuar así? -te preguntará quizás algún lector-.

007 y tres cuartos te lo explicó: «Cuando me di cuenta del enorme peso que se quita uno de encima al alejarse de personas cuya única finalidad, en su vida, es la de joder la de los otros».

La verdad te susurra ahora la evidencia de que el mundo mejoraría considerablemente si circularan por ahí más paquitos…    Y es que, donde esté vuestro 007 y tres cuartos, que se quite cualquier Bond al uso. Al fin y al cabo, James tenía licencia para matar, pero Quito, en cambio, la cegadora capacidad de adecentar el local… Chapeau!