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El pensador más famoso es el de Rodin. Pero es de bronce y sus elucubraciones no han trascendido. Luego están los pensadores de carne y hueso, neuronas y sinapsis. Pensar es una actividad íntima, inherente a la naturaleza humana. Aunque no todos piensan igual ni piensan lo mismo, sería muy difícil encontrar a alguien que no pensase en nada. Pensar diferente hace posible y más amena la conversación.

Es frecuente oír:
- ¿En qué estás pensando?
- En nada.

En nada que te quiera contar ahora, querrás decir. A veces decimos una cosa pero pensamos otra.
Hay noticias que nos dan qué pensar. Aunque lo suyo es pasar. Lo que hoy es noticia, mañana ya no lo es. Interés efímero que muere arrollado por las novedades. Las últimas noticias siempre entierran a las viejas. Las informaciones pueden pasar veloces como un cometa o dejar una huella profunda que se ahonda con la repetición y lo que uno va poniendo de su parte.

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Podríamos preguntarnos, por ejemplo: ¿Por qué «naturaleza» es femenino y «universo» masculino? ¿O por qué «genio» es singular y «gilipollas» plural?

Yo pienso porque existo y si no existiera, otro gallo cantaría, pero yo no lo oiría.

Existen pensadores profesionales y otros que somos simples aficionados. Los que piensan cómo actuar y los que actúan sin pensar. Los que se conforman con el dicho «Piensa mal y acertarás» y los que prefieren aquello de: piensa bien y, con tiempo suficiente, puede que llegues a entender algo.