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La actividad en el vertedero de Milà ya quedó en entredicho cuando se destapó la aparición irregular de restos de animales que debían haber sido incinerados. El caso está en la Fiscalía Superior de Medio Ambiente de Balears. Ahora Milà vuelve a ser noticia al aparecer residuos sanitarios como bolsas de sangre y catéteres entre la basura. Todo lo que rodea al vertedero es desagradable, porque es mejor mirar para otro lado, pero ahí está, la porquería que dejamos, y los residuos sanitarios suman toneladas, especialmente con una pandemia que ha disparado el uso de material desechable como mascarillas, guantes, pantallas, equipos de protección... Las fotos a las que ha accedido este diario muestran bolsas de sangre y sus correspondientes tubos y catéteres con restos.

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La gestión es correcta, afirman desde el Consell, aunque la corrección sea entre comillas, muchas. Existe una circular intracentros en la que se especifica que estas bolsas de sangre y hemoderivados pueden depositarse en el vertedero, siempre y cuando estén vacías; como se dice coloquialmente, «hecha la ley, hecha la trampa».

Los restos líquidos marcan la diferencia, y eso merecería una inspección sobre el terreno para comprobar que todo se está seleccionando de manera correcta y no van allí residuos sanitarios de tipo III, que por decreto balear tendrían que ser trasladados fuera para su tratamiento. Algo así como ‘el jefe infiltrado’, porque ya son demasiados avisos. Resultaría tranquilizador para la gente y para los trabajadores de la planta, los primeros expuestos a posibles riesgos derivados de residuos que pueden ser peligrosos. Por otro lado, es desalentador para el sufrido seleccionador de basura en el hogar –al que pronto multarán si no logra bien su cometido–, que cada dos por tres recaigan dudas sobre la gestión en el vertedero y que no se llegue al fondo de la cuestión. Esto solo anima a los negacionistas del reciclaje.