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Acabamos de pasar unos días en Egipto acompañados por mi prima Nuria, arqueóloga, una profesión muy adecuada para este viaje, y su marido Quique. Era otro de esos viajes imprescindible para intentar entender in situ la historia del mundo que compartimos hoy con otros 8.000 millones de seres humanos (datos de Naciones Unidas a fecha 15 de Noviembre 2022). Más de cien millones de éstos viven en las orillas del Nilo egipcio (ese río que atraviesa 9 países africanos desde su nacimiento en el Lago Victoria) y en sus desiertos cercanos.

Escribir sobre un viaje hoy es describir las impresiones que te ha producido y las experiencias que has vivido. Los detalles concretos pueden leerse fácil y exhaustivamente en internet, YouTube, etc.

Este viaje ha sido intenso y abrumador pero altamente interesante. Intenso por la cantidad de visitas y excursiones realizadas en una semana y abrumador por tantos datos históricos que has tenido que destilar. Pero la historia y su arte nunca  te agobian, solo te maravillan.

Volamos desde Madrid a Luxor con AirCairo. Casi 5 horas de vuelo. En cuanto entré en el avión ya me sentí en plena salsa egipcia porque me tropecé  con un azafato calvo que era la viva imagen del Ramsés II que había visto tantas veces en los libros y lo mismo me sucedió con la cara de una azafata, pequeña y de nariz adecuada,   que me recordó a Nefertiti. Al parecer los genes siempre sobreviven. ‘Començam bé’ me dije.

La antigua Tebas tiene casi dos millones de habitantes esparcidos por todas partes y vive casi exclusivamente del turismo. Es un lugar muy pobre, casi miserable. Su famoso templo junto al de Karnak (unidos ambos por la conocida avenida de las esfinges de los carneros) son los epicentros de la ciudad. La población está sometida a la dictadura de docenas de mezquitas y minaretes desde los que se esparcen instrucciones de cómo vivir y cómo pensar. Es curiosa la pobreza que puede derivarse de un tipo de cultura o de otra. Los vendedores de souvenirs son otra plaga egipcia más. Te rodean sin piedad y realmente pueden llegar a agobiarte. Una pesadez infinita. No sé por qué pero pienso en esos carteles que proliferan por Menorca    proclamando eso tan progre de Volem acollir (en casa de otros, claro).  Aquí encontrarían una mina.   

El llamado Valle de los Reyes (donde hay multitud de tumbas) sobrecoge por su paisaje agreste y por un silencio majestuoso. Se siente, se siente, al alma está presente. Entramos en varias sepulturas sin profanarlas y nos extasiamos con las maravillas que vemos. Los antiguos egipcios realmente creían en el más allá y lo dejaban todo preparado para vivir en él. Recuerdo perfectamente los años de instituto cuando nos enseñaban la historia de Egipto. Cada vez más creo que en los sesenta tuvimos una educación maravillosa.

La tumba menos visitada es de hecho la de Tutankamón (que murió a los 18 años) porque está totalmente vacía. Su descubrimiento conllevó toda una serie de misteriosas muertes y enfermedades para todos los que participaron en su profanación. Todo su riquísimo contenido (de casi una tonelada de oro) se trasladó al Museo del Cairo. Aquí solo queda su momia que no se pudo trasladar porque cada vez que se intentaba trastocar su reposo eterno sucedía algo extraordinario que lo impedía.

Nuestro guía, Gamal, es arqueólogo y se nota. Nos confiesa ser musulmán practicante. Se muestra muy complaciente con los franceses pero muy crítico con los ingleses porque dice «son demasiado ingleses». Nos recuerda que su país estuvo 92 años bajo sus botas pero no dice que les construyeron la primera presa de Asuán (que da vida al país) y que les descubrieron la tumba de Tutankamón (H. Carter, 1922), imagen de la que vive actualmente todo Egipto (por mi parte recuerdo que nuestra isla estuvo 71 años bajo jurisdicción británica y 7 bajo dominio francés  durante el siglo XVIII y tampoco nos fue tan mal).

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Los antiguos egipcios dividieron el Nilo según sus dos orillas: la occidental era el mundo de los vivos donde se construían los templos y palacios, y la oriental donde enterraban a sus difuntos. Una curiosidad genérica son las manadas de perros mil leches asilvestrados que deambulan donde los templos y monumentos turísticos en busca de comida que les puedan dar los turistas. Las hay a docenas.

Durante cuatro días navegamos subiendo por el Nilo hacia el Lago Naser (también llamado Mar de Nubia, ya en la frontera con Sudán) y de regreso, bajando a Asuán. Alguien dijo que eso era como navegar en medio de un belén. Palmeras, fassers, plataneros y todos sus variantes, casitas con techos planos, cabras, vacas esqueléticas... Las orillas están pletóricas de vegetación pero un poco más allá solo se divisa desierto. (Continuará)

Notas:

1 - El auto del Juez Llarena dictado esta pasada semana ha recuperado la verdad de los hechos sobre las consecuencias de la sedición del 2017, unos actos que ha intentado revisar a conveniencia el Gobierno para justificar su manoseo de la democracia española.

2 - Felipe VI ha demostrado que en Menorca lo correcto y lo culto es utilizar nuestro artículo salado y todo el entramado lingüístico propio que conforma nuestra personalidad como menorquines. Esa que es nuestra y no la de otros. Hay que estarle agradecido por así demostrarlo en su reciente visita a nuestra Isla.

3 - El PP menorquín ha sabido solucionar de forma eficaz e inmediata su inesperada crisis local. 10 points.

4 - El inesperado fallecimiento del gran Jeff Beck ha conmocionado el mundo del rock. Rock my plimsoul. REP.

5 - ¿Cuántos menorquines irán el próximo día 21 a Madrid para protestar contra Sánchez?

6 - Confundir adrede el embuste crónico con la rectificación eventual es propia de afines que siguen la consigna de «Salvar al soldado Sánchez». Sad.

7 - La vuelta del merengue sorayista Semper al PP ha hecho saltar todas las alarmas. Vox consolidará sus votos.