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Mira tú qué bien, a los récords de turismo, de coches, de temperaturas, de yates, de aviones privados, de hoteles con «encanto» por metro cuadrado, de precios de la vivienda, de precios de la gasolina, de precios de los supermercados, se nos suma ahora uno más, los menorquines somos los más longevos de todos, toma ya. El menorquín tiene una esperanza de vida de 84.4 años, un pelín más si se es mujer, un pelín menos si se es hombre, y un mucho menos si eres un menorquín nacido en Carabanchel, porque en ese caso no llevas los genes de la longevidad, y en Carabanchel la esperanza de vida, por lo que sea, es mucho más baja.

Está noticia, que dio el diario en el que escribo, a priori está guay, vivimos más, pero surgen dos preguntitas: la primera, vivimos más años pero ¿con qué calidad de vida?, la segunda, ¿este rollito de que ahora vivimos más no lo estarán utilizando para meternos en el coco que debemos jubilarnos aún más tarde de los 67 años? Quieren que seamos como Butch Marion, un señor de Maryland que con ochenta y dos años se chupaba nueve horas de jornada de pie trabajando de cajero en el Walmart porque no se podía jubilar, y solo consiguió dejar el curro porque un famoso tiktoker pasaba por allí y le organizó un crowdfunding (el anglicismo blanqueador para el término «caridad») para darle cien mil dólares y que el pobre anciano descansara de una puñetera vez. Necesito más que nunca un punto y parte para digerir esto, porque me está subiendo más la tensión que a un neoliberal cuando ve que se invierte dinero en sanidad pública.

Los poderosos son malvados nivel emperador Palpatine de «Star Wars», nos meten noticias que parecen inocuas para crear el caldo de cultivo necesario para explotarnos un poquito más, y dócilmente nos las tragamos. ¿Cómo nos pudimos tragar, sin quemar todo lo quemable, que nos metieran el gol de jubilarnos casi a los setenta años? Joder, quieren estrujarnos al estilo de como explotaba a sus súbditos el príncipe Juan ayudado por el sheriff de Nottingham, y no son tiempos de Robin Hood. Como me dijo hace tiempo una cuidadora de una residencia: «seremos viejos cuidando ancianos». Y mira que los ancianos le importan bien poco a los fondos buitres que gestionen residencias, ¿a que sí tito Florentino?, o a la futura presidenta del país, e incluso de la galaxia, cuando dejó morir personas ancianas en las residencias negándoles hospitalización, porque los clasistas son muy de video promocional con famosos horteras y muy poco de mancharse las manos currando para el despreciable populacho.

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Tendremos que esperar que algún tiktoker o youtuber de esos que lo petan se cruce en nuestras vidas, se apiade de nosotros y nos de unas moneditas para enseñarlo en Internet, que sus videos sigan siendo virales y nosotros podamos comprarnos una barra de pan, que calculo, así a ojo operado de catarata, que en unos meses estará a doscientos euros la barra, a la mayor gloria del señor Roig y de todos aquellos que manejan la distribución de alimentos como si se trataran de diamantes de sangre traídos de Sierra Leona y blanqueados en Ginebra. ¿Puede haber algo que de más asco que hacer negocios usureros con la comida y con la dignidad de otras personas?, como lo he puesto entre interrogantes los jueces no tienen nada que hacer.

Bueno, creo que una vez más he podido soltar mis «mierdes» reflexiones respetando el    libro de estilo de este diario y eso para un tipo sin gusto ni elegancia ya es un mérito. Rico lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com