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Lo primero es lo primero (menuda perogrullada para empezar), ¿cómo están queridos lectores?, ¿cómo han llevado el primer mes del año? Este enero que recién nos abandonó vino con una cuesta muy pronunciada, se hizo más largo que un día sin pan, que cualquier nuevo podcast de dos amigos hablando de sus gilipolleces -qué cansinos son, hay miles y miles por dios- o que una tertulia política con los mismos sicarios de la información de siempre. Respecto a estos últimos tengo la teoría de que les hacen dormir en los platós de televisión y radio, los alimentan vía intravenosa con toxinas muy chungas que ellos metabolicen para, una vez trajeados y perfumados, escupir bilis con arsénico a todo enemigo señalado, y babas de sumisión y peloteo a sus amos. Al que le parezcan exageradas mis palabras, que piense en todo el dolor y en las muertes que provocan aquellos que quieren acabar con la sanidad pública y se darán cuenta de que mis palabras no son más que cosquillitas melifluas en la piel de un elefante.

Un buen amigo me hizo la siguiente reflexión: «Cabezas te enrollas más que una persiana -hoy abuso de las frases hechas que me quitan trabajo- te vas por las ramas y llenas de paja tus artículos. Porque al fin y al cabo dices siempre lo mismo y te repites más que el ajo. Ahora págate unas cañas». Y como buen amigo acertó de pleno, así que desde el próximo punto y aparte hasta el final intentaré ser directo, sin ninguna floritura y sin poner ni una sola frase hecha más, a ver si consigo que estos artículos dejen de ser estúpidos circunloquios.

Los fascistas, tardo franquistas y neonazis son caca, no hay que tocarles ni con un palo para no contagiarnos, solo generan dolor y sufrimiento al resto de la humanidad, de hecho tenemos que distinguir entre seres humanos y nazis; como se repita la parte de la historia donde estos diabólicos personajillos tuvieron todo el poder lo vamos a flipar para mal.

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Me implosina el cerebro cada vez que un explotado apoya y defiende a su explotador. Se me derrite cada una de mis neuronas y me entran ganas de salir corriendo hacia una cueva al grito de «unga, unga», como máxima expresión de la desesperación definitiva, cada vez que un neoliberal disfraza de «ciencia» económica lo que no son más que estrategias para que los megaricos naden en pasta de forma obscena y el resto coma mocos para desayunar, comer y cenar y muchas personas se tragan la burda patraña sin pestañear. Me sitúo al borde del ictus cuando hay personas currantes que se declaran súbditos de reyes corruptos y despreciables en lugar de querer ser ciudadanos libres; los que dicen que madrugan pero no han currado en su puñetera vida es normal que le chupen los pies a un monarca porque viven de sus migajas.

Me entran náuseas cada vez que un homosexual apoya a un partido homófobo, que una mujer apoya a un partido misógino, que una persona racializada apoya a un partido racista, que un inmigrante apoya a un partido xenófobo, debe haber un componente muy masoquista en defender y querer aúpar al poder a aquellos que te quieren joder la vida. Espero haber sido lo suficientemente claro, conciso y directo.

Lo mismo todo es tan sencillo como aceptar que para cada Leopold Von Sacher-Masoch, masoquista, existe un marqués de Sade, sádico, y por eso el mundo funciona de esta manera -menudo final de cultureta idiota me he marcado-. Me voy que tengo que pagar unas cañas, les dejo a cada uno de ustedes con su soliloquio, y les deseo un rico lúpulo y un feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com