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Ahora mismo ni sé dónde estoy. A ver, lo importante sí, estoy en la isla de Gran Canaria peleándome con una carrera de 128 km y 4.000 metros de desnivel, el equivalente a subir del tirón El Toro 28 veces. Pues ahí estoy, si todo va bien, acumulando kilómetros y visualizándome en la meta recogiendo mi medalla y resoplando aliviado y satisfecho. Ojalá. Puede que la noche no haya sido buena y me haya retirado y entonces esté con un cabreo considerable, fustigándome con más o menos sentido, o lloriqueando por algún rincón como alma en pena. Quién sabe.

Soy un yonki de esto, de las carreras largas, difíciles y, para la gran mayoría, sin sentido. Me gusta maltratar mi cuerpo, ponerlo al límite y comprobar si aguanto o no. Te lo aseguro, en una carrera de ultradistancia es mucho más fácil y probable que algo no fluya, salga mal y acabes abandonando que no que te cuelgues la dichosa medallita finisher. Por mucho que hayas invertido tu tiempo en sesiones de entrenamiento salvajes o que hipoteques tu salud o la de tus rodillas, además de tus ratos libres y el tiempo que pasas con tus seres queridos, nada te garantiza el éxito o la miel tan adictiva que suponen esos malditos 15 segundos en los que recorres la alfombra de un centenar de metros que te espera en la meta.

Ya te digo, no te puedo explicar cómo me ha ido la noche, ni la mañana ni la tarde, dependiendo de a qué hora te encuentres con estas palabras, pero seguro que algo me duele, que tengo sueño y que voy por la vez 37 en la que me pregunto qué puñetas hago aquí y que quién me manda meterme en estos fregados. Como nos gusta el lloriqueo y el victimismo, ¿eh? Lo camuflamos en una especie de épica que, además de torturarnos de agujetas, nos sabe a gloria. O a glorio, qué sé yo.

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La salida fue a la medianoche del viernes al sábado en la Playa de las Canteras, seguro que fue impresionante, y la meta espera, tras un máximo de 30 horas, en Maspalomas. Llevo en las piernas 9 meses de entreno específico y la experiencia de 8 carreras similares con un solo abandono. Créeme, me duele más esa retirada de lo que me alegran los siete éxitos. La cabeza me jugó una mala pasada y ni el corazón ni las piernas estaban para muchas heroicidades.

Nada, quería compartir contigo este rato para ver si se me hace más ameno lo que queda. Con un poco de suerte me quedará el equivalente a menos Toros por subir de los que ya he subido. Gracias por la compañía y ponte retos que sean complicadísimos y necesiten de mucho esfuerzo y sacrificio, aunque la recompensa sean 15 miserables segundos de fama. Pero joder, qué 15 segundos...

dgelabertpetrus@gmail.com