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Al campo no se le pueden poner puertas y al mar tampoco. Sin embargo, las puertas existen y tiene dos direcciones, de entrada y de salida. Darle puerta a algo o a alguien significa echarlo fuera, depedirlo. Para Puertos, la puerta de entrada es la de los ingresos, como prioridad. Que no es un mal planteamiento porque, en teoría, hay que cobrar cánones y tasas para poder invertir después en mejoras necesarias. La puerta de salida es más problemática, porque a veces se abre sin demasiado sentido.

Concretando. Puertos (APB) obliga al restaurante La Minerva a retirar la plataforma flotante que ha servido de comedor durante 27 años. La concesión y las prórrogas se han terminado. Sin duda, esta plataforma es un atractivo, de aprovechamiento particular, pero atractivo al fin y al cabo, que afecta a la calidad de la oferta en el puerto de Maó ¿Por qué no puede mantenerse? Al menos, podría convocarse un concurso para una nueva concesión. La gestión de una entidad como Puertos no debería ser tan administrativamente dependiente. Una actitud que se contagia, porque casi nadie ha levantado la voz para reivindicar que la plataforma no desaparezca.

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Otro ejemplo al que se ha dado puerta. La Solana. Hace más de doce años, con las concesiones caducadas, los titulares de las casas de ribera tuvieron que devolver las llaves. Desde entonces, el declive de la zona, ha dejado una imagen ruinosa. ¿No era posible renovar el uso o también convocar un nuevo concurso para cumplir con el doble objetivo de recaudar y dar servicio y al mismo tiempo mantener una buena imagen del paisaje portuario.

El Club Marítimo Mahón, después de la travesía en el desierto de más de una década sin los amarres del Moll de Llevant, ahora tiene una concesión precaria, más pequeña y solo por dos años más uno de prórroga.

Creo que en la gestión del puerto de Maó debería prevalecer, como criterio básico, el interés local.