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«La hemeroteca es el lugar donde se guardan o conservan periódicos y revistas».    La enciclopedia universal YA, en la página 892, es lo único que dice.    Para mi tengo que se quedaron francamente cortos, un poquito menos y no sabríamos que es una hemeroteca. A mí, la industria de la hemeroteca me merece otros calificativos con más sustancia, con más acabados argumentos. Son sumamente útiles a la hora de refrescar la memoria de qué cosas decimos cuando el verbo se nos asilvestra, se hace montaraz, atrevido, faltón, grosero, rozando o mejor dicho dando de lleno en la pura idiotez cuando se trata de descalificar a un oponente político o simplemente a quien no nos cae bien. Todos los exabruptos, todo el lenguaje con sal gruesa que la prensa diaria recoge, van a parar de ordinario a la hemeroteca de los horrores verbales. A más de uno le gustaría poder borrar lo que un día de lengua libre ha dicho, pero amigo, la hemeroteca es el tatuaje de la tafarada verbal, que en mala hora largamos; una especie de espejo que nos retrotrae desde un ayer a un presente que no quisiéramos que fuera utilizado para uso y disfrute de nuestros contrarios.

El otro día, andaba este escribidor cabizbajo y meditabundo, pensado en las lindezas que de tarde en vez se dicen sus señorías desde las bancadas del hemiciclo del Parlamento, o incluso desde la mismísima tribuna de oradores.

Domingo, día 5 de enero 2020 (leído en prensa diaria), Abascal calificó el debate parlamentario del día anterior de «investidura clandestina». Empezó diciendo que «Quim Torra debe de ser detenido». Con este salpullido los diputados de Junts per Catalunya, abandonaron el hemiciclo, pero el sr. Abascal no había hecho más que empezar a sacarle punta al lápiz; luego le dedicó al sr. Sánchez toda una colección sui géneris de su especial cosecha verbal. Fíjense: «personaje sin escrúpulos» «político indigno» «mentiroso y charlatán» «villano de comic» «estafador». Le acusó de «haber cometido el mayor fraude electoral de la democracia española» «el sr. Sánchez es un fraude» dijo, y siguió con su oratoria «viento en popa a toda vela», con lo que se le vino a su lengua desatada. Qué cosas se le puede llegar a decir a un presidente o a alguien que puede ser presidente, lindezas como mentiroso, estafador o personaje sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa con tal de seguir viviendo en el palacio de La Moncloa. Me parece trabajo para la fiscalía venir a decir públicamente eso de que es un político indigno, que ha cometido el mayor fraude de la democracia española. Viendo que la Fiscalía estas cosas no las recoge, no me queda otra que llegar a una conclusión, aquí ya se puede decir de todo, no me extraña que unos años y unos debates más tarde, el sr. Sánchez dirigiéndose a Vox dijera: «¿Pero de qué museo han salido ustedes?».

Lo dicho por Abascal o por otros también de lengua libre, es tristemente recuperable por la hemeroteca maldita. Es lo cierto que ahí también encontramos anécdotas y chascarrillos custodiados por la hemeroteca. A la luz de la memoria sin necesidad    de la fuente protectora    de ese archivo, se me viene a la mente la frase de Labordeta, cuando la bancada de la derecha, estando él en la tribuna de oradores, le interfería groseramente, más que interferirle molestaba con sus descalificaciones.    Entonces, sonó la voz de Labordeta, potente y clara, como un latigazo en la conciencia de los mal educados «¡¡¡A la mierda!!!» dijo, y se quedó tan ancho, como el que está atragantado por un hueso de aceituna, hasta que alguien que conoce lo que es un espasmo de glotis, le aplica el remedio y el hueso de la oliva va a parar disparado a la pared de enfrente.

Deberíamos tener más presente, que cualquier cosa que digamos, pasa de inmediato al verbo pretérito del pasado, de ahí lo importante de las hemerotecas.

Leía yo esta mañana un comentario sorprendente publicado en    un periódico: «El general de división retirado, Francisco Espinosa Navas, tenía más de 61.000 euros (más de 10 millones de pesetas) en una caja de zapatos» ¡Hombre mi General! ¿Pero es que usía ignora que las cajas de zapatos son alcahuetas en la industria de guardar dinero? ¡Hombre no fotem!

Dentro    de un tiempo cuando la memoria se haga holgazana y flaquee, ahí estará la hemeroteca cual ave Fénix, para devolvernos la curiosa cita que ahora mismo usía, quisiera que jamás se hubiera conocido. La anécdota surrealista de un General de División aficionado a guardar 10 millones de pesetas (60.000 euros) en una caja de zapatos.