TW

El certamen -concurso morfológico- de vacas frisonas que se celebra en el marco de la Fira del Camp de Menorca en Alaior contó en 2017 con la participación de 40 ganaderías de Menorca que presentaron 195 ejemplares. Este año acuden 31 explotaciones ganaderas que concurren con 175 vacas y terneros.

Una caída que coincide con la intensa reducción que ha experimentado el sector del vacuno de leche menorquín, que ha pasado de 213 ganaderías en 2004 a las 106 registradas el 2022, mientras que el censo de vacas en producción mengua de forma muy significativa: de 11.693 a 6.248.

Noticias relacionadas

El principal motivo que ha provocado esta evolución negativa de una actividad -la ganadería láctea- que ha sido clave para moldear el paisaje rural de Menorca consiste en la falta de rentabilidad de los llocs al producir leche y queso. Además del enorme sacrificio que supone mantener, alimentar y ordeñar a diario los rebaños, los agricultores y propietarios constatan que no obtienen unas rentas para vivir con dignidad. Y ello se debe a que los precios que cobran los ganaderos menorquines no cubren los costes de producción, que se han disparado durante estos últimos años por el encarecimiento de forrajes, la electricidad, el transporte, los fertilizantes y piensos, el coste del veterinario, el impacto de la sequía... junto con el incremento de las exigencias y normativas.

Todo ello conduce al abandono de la actividad ganadera y al cierre de fincas tradicionales. Algunas emprenden una nueva etapa, al apostar por el vino y el aceite, aun cuando requieren costosas inversiones cuyo retorno no es fácil ni inmediato.

La producción de leche y queso en Menorca tiene los días contados porque los payeses no pueden seguir trabajando a pérdidas, lo que implica el incumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria. Y porque, al ser una región insular, no ven compensados los sobrecostes del transporte ni por el Régimen Especial ni una PAC que es una incógnita.