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Es fantástico que en pocos años Menorca vaya a ver notablemente incrementado el número de plazas en los geriátricos gracias a la construcción de nuevos centros.

Según las optimistas previsiones del Govern, a final de año estará listo el que se levanta en Maó para 120 personas. A este le seguirán el de Es Castell y el de Es Migjorn, además de la ampliación del de Sant Lluís y la reforma del Hospital Municipal de Ciutadella. En total serán 266 plazas más, sumadas a las 429 existentes.

La mala noticia, sin embargo, es que los geriátricos nunca serán suficientes, como apuntó la consellera de Bienestar Social, Bàrbara Torrent. La esperanza de vida se alarga y la demanda no va a dejar de crecer para aquellas personas que precisen vivir su última etapa en esas circunstancias, no siempre deseadas por los propios usuarios.

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Vivir en una residencia pública o concertada no será la solución a medio o largo plazo. De hecho, no debería serlo tampoco en la actualidad, en según qué casos.

Acabar en un centro de mayores tiene que llegar a suponer solo una más de las opciones que la Administración ofrezca a las personas que alcanzan la tercera edad y precisan algún tipo de apoyo sanitario, pero no la única o la más importante.

Es ya el momento de planificar con medidas firmes otras alternativas que diversifiquen el modelo. Fomentar la iniciativa privada, por ejemplo, para que surjan otro tipo de centros como el existente en Sant Lluís, donde funciona una casa compartida con asistencia profesional desde hace unos años; la atención domiciliaria que permita a la persona continuar en su casa; o el cohousing, un sistema de viviendas colaborativas en las que las comunidades de personas mayores comparten espacios y atenciones comunes en un mismo edificio como el inaugurado en Maó... Ahí está el futuro, alejado de algunas residencias que son difícilmente compatibles con lo que se entiende por hogar.