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Quienes lo saben cuentan, que el rector de Salamanca don Miguel de Unamuno, fue a palacio para recoger y según era costumbre, agradecer al rey Alfonso XIII la alta distinción recibida, nada más y nada menos, que la Gran Cruz de Alfonso XII.    «Me presento ante su Majestad (aseguran que dijo) para dar las gracias por la Cruz de Alfonso XII que me habéis otorgado y que merezco». «Me confundís», dijo Alfonso XIII, «pues hasta hoy, todos me dan las gracias por una condecoración que aseguran que no merecen…» «Y dicen bien», aseguró Unamuno.

Tampoco Abascal se merecía que se le concediera una moción de censura a sabiendas que la tenía perdida de antemano.    Una moción de censura es una figura importantísima dentro de la democracia, para nada puede ser tratada como una figura meramente retórica, y encima para la conveniencia personal de quien la solicita.

En este caso el castigo ha sido lo vapuleados que han salido, Vox que no había por dónde cogerlo y el PP, por causa distinta, pero inherente también a la moción, el PP también cosechó un abultadísimo ramillete de lacerantes descalificaciones    de todo tipo. Diríase, que el Parlamento en la actualidad se parece al lugar donde algunos van a «vomitar» toda la animadversión que llevan dentro de una forma de hacer política que no saben digerir, ¡vamos, como para sentir vergüenza ajena!    No debe ser fácil, según a mí se me figura, volver a ocupar el escaño.

El día 22 de marzo por la mañana, el señor Patxi López, les dio la postrera andanada verbal: «están en contra del divorcio y se divorcian, están en contra de las bodas entre homosexuales y se casan, están en contra del aborto y abortan» les dijo, que resonó en el hemiciclo como un trallazo dado con una fusta en plena cara.

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VOX y PP, salieron de la moción de censura más que desacreditados,    desautorizados moralmente para dar lecciones de honorabilidad parlamentaria. Mientras tanto, el señor Alberto Núñez Feijóo, no creo en su sutileza, si hubiera sido Rajoy, sí, que por hacerse el sueco se fue a la embajada de Suecia. Ya le habrán contado a usted don Alberto, que Santiago Abascal, el líder de Vox, reunió el coraje suficiente para decir desde la tribuna de oradores: «borrón y cuenta nueva para gobernar juntos», dirigido a usted señor Feijóo.    Cuando pasan estas cosas, es cuando no las tengo todas conmigo y así se me figura, que va a ser verdad que «Dios los cría y ellos se juntan».

Si lo que dijo Inés Arrimadas desde la tribuna de oradores en contra del presidente del Gobierno, hubiera sido realmente un vómito, ya les digo que no le quedó nada por vomitar, pero además por si se hubiera dado el caso de algún olvido, lo llevaba todo apuntado. No obstante, en su segunda subida a la tribuna, aún soltó alguna «perla» más, para el caso igual de nauseabunda o más que las ya vomitadas anteriormente.

Don Ramón Tamames, no creo yo que supiera muy bien en el «charco» que se había metido, lo que a todas luces fue una astracanada de pésima responsabilidad tanto política como intelectual, y lo siento por su mujer, doña Carmen Prieto, que estuvo presente en la tribuna de invitados.

Pedro Sánchez se dio cuenta que aquel debate sobre la moción de censura desbarraba, y que aquello más que perjudicarle le beneficiaba, y aprovechó concienzudamente la oportunidad, enfocando su oratoria hacia las elecciones que están cada vez más cerca, mientras otros andaban remedando el cuadro de Velázquez a bastonazos verbales. A mí me cuadra más decir como perro y gato, lanzando de un escaño a otro sus desvaríos    de unas corruptelas que ya parecen consustanciales a su condición de políticos mediocres. Qué verdad dijo quien lo dijo: «que Dios os ponga donde haya que de coger ya os cuidaréis vosotros». Con qué facilidad algunos se corrompen, se dejan seducir por la riqueza fácil, no vacilando en pringarse convirtiéndose en políticos tóxicos que el Código Penal contempla.