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27-III-23 lunes

Sigo a la espera de un partido conservador moderado, de corte europeo, capaz de alternarse en el poder con partidos progresistas sin romper la baraja deslizándose por toboganes populistas, con una incesante y un tanto histérica enmienda a la totalidad. No es ese el camino que parece haber emprendido el líder de la oposición española en los últimos tiempos, coronados con un espectacular patinazo con motivo de la Cumbre Iberoamericana cuando, con tal de fustigar al presidente español, Feijóo no reparó en el pequeño detalle de que el Rey también estaba allí «rindiendo pleitesía a los autócratas».

España parece mecida    por dos olas contrapuestas, la descrita de la histeria opositora, y la propia del Gobierno con su frenesí legislativo de las últimas semanas, que le ha llevado a errores de bulto que le pueden costar caro. No es cafinitrina ni tamamesina lo que necesitan gobierno y oposición sino en todo caso, valium y dosis considerables de rigor y seny.

28-III-23 martes

Me siento en el sillón de lectura en busca del maná opinativo que me permita analizar las causas del proceso histérico apuntado en la entrada de ayer. Y lo que veo es que abundan cada día más los artículos antisistema, esos en que todos los políticos son unos mangantes, y la democracia un engorro, o los desvergonzadamente tendenciosos o directamente panfletarios, en la menos peyorativa acepción del concepto panfleto: «Escrito breve de carácter satírico y agresivo que se utiliza como medio de combate en polémicas ideológicas o literarias o como medio de difamación». En esas estamos.

30-III-23 jueves

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Me siento de nuevo en el sillón de lectura para paladear el artículo del profesor Daniel Innerarity, publicado hace unos días en «El País» («La cordialidad política» 24-III-23) para tratar de comprender mejor la realidad política, inmersa en una corrosiva y degradante polarización. Sostiene Innerarity:

«Las condiciones bajo las que se ejerce actualmente la política pueden resumirse diciendo que los hechos son inciertos, los valores están en discusión, lo que está en juego es importante y las decisiones son urgentes. Esto explica el hecho de que la política está funcionando como una trituradora de líderes…

La segunda causa de esta dureza tiene que ver con el propio comportamiento de los políticos que tienden a dramatizar su antagonismo, denigrar a sus competidores…

En tercer lugar, los electores también somos responsables al primar el sectarismo, gratificar la hostilidad o penalizar la blandura… La práctica de la amabilidad no significa sustraerse al conflicto sino aceptarlo, reconducirlo de modo que sirva para avanzar y no se convierta en un evento de destrucción».

El artículo concluye apelando a la cordialidad como primer paso para revertir el actual estado de cosas, una mínima amabilidad que nos haría más humanos y, añado de mi cosecha, con pinceladas irónicas, al prodigioso estilo de Sir Winston Churchill: «Un fanático es alguien que no puede cambiar sus opiniones y que no quiere cambiar de tema». Pues eso.

31-III-23 viernes

Y para rizar el rizo, resurge el tema del alquiler de vientres, blanqueado como «gestación subrogada» y puesto de actualidad por la comprensiblemente dolorida pero confusa Ana Obregón. Es uno de los temas en que resulta imposible ponerse de perfil, no admite muchos matices. Particularmente no me gusta, con remuneración o sin ella, no creo en un pretendido derecho a tener hijos. No todo lo posible es deseable.