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¿Cómo están queridos lectores? Hoy empezamos felicitando al equipo Hestia Menorca por su ascenso a la LEB Oro. Hace treinta y tres años aterricé en Menorca, me presenté en el colegio de árbitros de la Isla con mi silbato en la boca, mis gafas de culo de botella, mi castellano de Carabanchel, «ej que lo flipas», y una cierta soberbia de árbitro de ‘Madriz’ que viene a la isla a dar lecciones de no sé qué. Pues bien, la realidad me dio un zasca    en toda la boquita para bajarme mis absurdos humos. Menorca respira baloncesto, antes, durante y después de tener equipo en ACB. La afición por el deporte de la canasta es increíble, y ha quedado demostrado, una vez más, con las más de cinco mil personas que animaron al Hestia Menorca en su último partido. Lo dicho, enhorabuena y a disfrutarlo.

Continuamos con algo menos festivo, más plomizo y mucho más cansino. Que nadie se tire de los pelos el lunes que viene al comprobar empíricamente que hay millones de víctimas que votan a sus verdugos, que hay millones de explotados que votan a sus explotadores y que hay millones de desplumados que votan a sus saqueadores. Los medios serviles hacen su trabajo a la perfección. El blanqueo del neoliberalismo barra neofascismo funciona como un reloj. Los relatos han matado a los datos a golpe de mentiras repetidas hasta la saciedad. Ha calado hasta el tuétano de millones de personas que la bandera les dará de comer, que la bandera les dará sanidad pública, que la bandera se agita contra el poder, cuando es el poderoso, el establishment de toda la vida, el que la pone delante de las narices de los que considera «los nadie» para torearles mientras ellos siguen a sus obscenas fiestas de corruptela y expolio, regadas generosamente con caros vinos y la mejor mercancía traída de Colombia. Es tan verdad verdadera lo que acabo de escribir que nadie se puede ofender… ¡uy!, perdón, me olvidaba, hay tanto personajillo de piel fina para lo suyo, que el nivel de ofensa esta por los subsuelos. Mira, voy a tirar de refranero y así me ahorro trabajo: «Quien se pica, ajos come».

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Y después del bloque deportivo festivo, y del bloque político plomizo, vamos con la pregunta que realmente importa, con las pregunta que va de boca a oreja y ocupan todas las conversaciones de sobremesa y de barra de bar, con la pregunta cuya respuesta puede acabar moviendo el eje de la Tierra y terminar con todo atisbo de civilización tal y como la conocemos hasta ahora, redoble de tambor en nuestras cabezas por favor, allá va: ¿tienen previsto las fábricas de cerveza suficiente stock para superar la enésima sequía que nos azota? Esperemos que sí, porque si no se va a liar parda de verdad. Ríete tú de la Revolución francesa, de la Revolución de 1917 o del Mayo del 68 francés, la escasez de lúpulo seria el principio del apocalipsis más terrible jamás imaginado, ¡chúpate esa Nostradamus que no la viste venir!

Piensen, que ya sea para festejar un éxito deportivo, como para sobrellevar una derrota social, o sencillamente para compartir con unos amigos la filosofía del «anarco me la suda todito todo», no hay nada mejor que abrir unas cervecitas bien frías. Dicen que a los menorquines nos espera un verano calentito y petado de gente nivel piscina pública en China, así que hagamos acopio de cerveza en nuestras neveras y movámonos lo justo y con cautela, cual ninjas cerveceros. Igual, con suerte, no se dan cuenta de que estamos y nos dejan en paz. Lúpulo y feliz jueves.