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Lo llaman The Lipstick Effect (teoría del pintalabios rojo), pero creo que también funciona con cualquier otro color. Dicen que con la inflación y en tiempos de crisis, cuando los bolsillos no nos permiten derrochar, las mujeres en general gastan el dinero en artículos más baratos: en lugar de un vestido nuevo, un pintalabios. Es un fenómeno mundial. Cuando la economía de los Estados Unidos entró en recesión, las ventas de pintalabios se dispararon. Esta misma situación se da ahora en todas partes con la Guerra de Ucrania, la subida generalizada de precios y el fin de las restricciones por covid. El pintalabios se convierte en un elemento representativo para realzar la belleza de la mujer, su personalidad y animar a la sociedad occidental. También puede que influya la eliminación de las mascarillas. Hay que volver a lucir la belleza sin cortapisas. También puede ser algo psicológico. En épocas de incertidumbre, las mujeres sienten mayor deseo de comprar productos que las hagan sentir más atractivas, más seguras de sí mismas, y el pintalabios rojo resulta definitivo. Sin embargo hay quien dice que la venta de pintalabios –«barreta de pintar morros» entre nosotros– a veces aumenta también en periodos de prosperidad, con lo que éramos pocos y parió la abuela.

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No es raro, porque aunque ahora se tiende a procrear en edades cada vez más avanzadas, y procrear poco, por si las moscas, también hay abuelas jóvenes que no tienen nada que ver con las de los años cincuenta, aquellas pobres mujeres enlutadas, con velos negros en la cabeza, que parecían viejas a los cuarenta. Las abuelas de hoy han dejado de teñirse, que también es un fenómeno mundial y no sé si tiene algo que ver con los tiempos de crisis, lucen sus cuerpos Danone en las playas y sus labios rojos hasta el punto de que en lugar de pedirles las huellas digitales podría ser que se llegara a pedirles las huellas labiales. Que ese es otro fenómeno. Antes, cuando uno bailaba con la chica que le hacía tilín, ella extendía los brazos de modo que habría podido pasar un tren entre los dos cuerpos, ni siquiera estrechaban la mano de sus amigos, y ahora en cambio cualquier amistad femenina, por recién trabada que sea, nos planta dos besos en las mejillas, de modo que los muy simpáticos pueden llegar a casa con las marcas de su simpatía en forma de huellas de pintalabios. En la Rusia soviética los líderes se saludaban con besos en la boca, pero no creo que llegaran a usar pintalabios rojo.