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Vender la piel del oso mientras aun pesca salmones no es buena idea. Sánchez posee las aptitudes de una anguila escurridiza y mucho me temo que salga de esta crisis indemne. Es listo el pavo, eso no se le puede negar. Lástima que no haya usado esa capacidad para buscarse un curro honesto, productivo y que no resulte tan inconveniente para tantos de sus coetáneos (qué sé yo: modelo de alta costura, ejecutivo de una compañía publicitaria o comercial en una empresa de alquiler de jets).

No van desencaminados quienes argumentan que otros presidentes españoles también mintieron en numerosas ocasiones. Es lógico: la mentira, el truco, el engaño, son las herramientas principales del político de primera división, pero es que Sánchez es maestro shaolín en estas destrezas y deja a los demás (no sé si a Aznar incluido) en ridículo por timoratos a la hora de usarlas.

Estas pasadas elecciones me han llenado de gozo, y no porque escore a derechas como sin duda tenderán a pensar los adictos a las etiquetas (ya me expliqué sobre este punto en anteriores filípicas); de hecho fui socialdemócrata hasta que Zapatero me hizo caer del caballo (cual San Pablo laico) y Pedro me pateó ya en el suelo; ahora soy simplemente un ciudadano desencantado y harto de que le tomen el pelo. Y me he alegrado no por los que llegan (tiendo a desconfiar de promesas), sino por los que se van. Me refresca el espíritu pensar que Montero y su corte de cienmileuristas chorras que he estado engordando con mis impuestos deban salir a la calle a buscarse las habichuelas. Aunque esto último reconozco que es un ensueño, pues aunque Sanchez volviera a ganar, cosa bastante más probable de lo que se piensa, es casi seguro que prescindiría de este delirante y oneroso equipo morado (Yolanda supongo que apoyaría entusiasta la defenestración de sus íntimos colegas) pero es también muy probable que encuentren confortable asilo en alguno de los innumerables chiringuitos pensados para estos casos y sigan mamando de la teta del estado, tan generosa con los espabilados como voraz con el contribuyente.

Después de la alegría viene la tristeza. Me entristece intuir que los nuevos no desmantelarán el tinglado vigente. Aportarán nuevas mentiras, nuevos chiringuitos, nuevas demagogias y la misma democracia enferma que permite a los partidos asir sólidamente el mango de las tres sartenes: ejecutiva, legislativa y judicial (¿quién elige al fiscal? Pues eso…) mientras fingen la existencia de la separación de poderes. Y no porque no haya políticos (de cercanía, kilómetro cero, segunda división) honestos y con ganas de hacer las cosas bien (conozco alguno) sino porque el sistema permite que el jefe del partido sea intocable, los capataces dependan de quien les asigne el pesebre y las ovejas no tengan mecanismo alguno para protegerse de los abusos del poder.

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Por poner un ejemplo de entre miles: ¿Acaso los nuevos capataces en Menorca desmantelarán la Dirección General de Políticas para la Soberanía Alimentaria (manda huevos) que sólo Dios sabe la pasta que cuesta, o quizás sea más probable que cubran discretamente el puestecito con alguno de su cuerda?

No sé si los amantes de Sánchez saben que ha asignado 400 kilos (no es magia, son tus impuestos) a publicidad institucional. Vamos por tanto a ser bombardeados (con nuestra propia pasta) los dos próximos meses con ideas como la de que la oposición va a contar muchas mentiras (viniendo de Pinocho hay que reconocer que el pavo tiene cuajo) o a amenazas del tipo «Que viene el Extremo Coco».

Personalmente no descarto que venga el Coco Extremo, que bien pudiera ser para muchos Otegui y sus reciclados ex pistoleros.

Lamentablemente temo que si se diera el caso de que a Sánchez no le saliera bien la jugada del adelanto y no arme una mayoría, (aunque ya les digo que lo dudo mucho), los que le sustituyan en la labor de pastoreo y esquilme van a defender nuestros intereses con el mismo ahínco con el que las leyes protegen de los okupas al propietario o Costas tramita los expedientes de quienes precisan de su visto bueno para arreglar su caseta o reabrir su negocio.