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Coincido con mi amigo Nacho en que caminar nos sirve para pensar. Pensar parece una ocupación sedentaria e indolente, pero requiere de una oxigenación suficiente del cerebro y del bombeo constante del corazón, sin el cual la cabeza por sí sola se pierde en un sinfín de divagaciones frías y calculadoras. Cuando te sientes desconcertado, aturdido, molesto con las notícias que te llegan y que no consigues digerir, te vas a dar una vuelta y te despejas bastante. Incluso puede que se te ocurra algo interesante para ti mismo, que te ayude a salir del atolladero. Igual que las piernas nos sirven para pensar, el cerebro bien utilizado puede llevarnos muy lejos.

Por eso soy peripatético y, en ocasiones, simplemente patético. El conductor de un vehículo apenas puede reflexionar. Le conviene estar concentrado en lo que lleva entre manos, eso que todos conocemos como volante. El peatón, en cambio, si no va mirando el móvil por la calle, consigue meditar a cada paso que da. Incluso puede pararse un rato, si se encuentra con alguien conocido, para conversar.

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Lo más importante es escoger bien el tema de conversación. Ser original, creativo y no hablar de lo que habla todo el mundo. Si la presión arterial es peligrosa, piensen que la presión social puede destrozarnos.

Ojalá que esta breve reflexión les anime a caminar un poco más. ¿Que cómo se hace camino? Pues al andar. Espero haberles sido útil. No me den las gracias.