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El subjuntivo es un modo verbal hipotético, característico de las lenguas romances, que se ocupa de las acciones inciertas, las dudas, las sospechas, los deseos y expectativas, las probabilidades. La irrealidad, en definitiva, pues son acciones verbales que no han sucedido y tal vez no sucedan jamás. Hubiera, tuviera, pudiera… El quizá y el acaso de los verbos, uno puede que sí y puede que no, pero más drástico, porque un si pudiera ya avanza que no podrá. El subjuntivo es un modo frustrante, pues se desarrolla en el ámbito de las suposiciones, cavilaciones, especulaciones y refunfuños (en el ámbito irreal de la subjetividad), pero como resulta que ahí es donde pasamos los seres humanos la mayor parte de nuestras vidas, y lo que no nos sucede es mucho más importante que lo que sucede, el subjuntivo es un hallazgo gramatical extraordinario, y fundamental para ir tirando.

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De hecho, el alma humana está casi siempre en modo subjuntivo, en esa bruma de deseos se mueve a sus anchas, cosa que rara vez ocurre en el indicativo. Los tiempos futuros, que prácticamente se han comido el grueso de las conjugaciones, también expresan acciones irreales, aún no realizadas, pero aunque no hablamos de otra cosa (¡el futuro!), donde vivimos es en el subjuntivo, que es cuando se constata que las previsiones, una vez más, no se han cumplido. ¡Ah, si lo hubiera pensado mejor!, se lamenta la gente. No podríamos expresar nada sin subjuntivos, qué gran invento. Este modo verbal está más o menos emparentado con el condicional (habría, sería, tendría…), muy usado en política, poesía, economía y divulgación científica, pero si bien remite igualmente a situaciones quiméricas, más sentimentales que reales, ni siquiera explica en qué condiciones sería posible que ocurriesen. Para qué, si total. Un querer y no poder, en fin, que es el cogollo imaginario del alma humana. Cualquier cosa que un sujeto diga en subjuntivo, sólo existe en la mente del tal sujeto. Se lo está inventando todo, en definitiva, y le urge comunicarlo. Sin subjuntivos, nos tendríamos que callar como muertos, o regresar al presente de indicativo, un sitio inhóspito y muy angosto donde no se puede permanecer ni un minuto.