Antes de que se convirtieran en grandes artistas conceptuales y sumos sacerdotes gastronómicos, hubo generaciones de excelentes cocineros, trabajando para grandes señores y nobles refinados, que no podían permitirse comer lo que guisaban a diario. Por falta de poder adquisitivo, naturalmente. De sus manos brotaban manjares exquisitos, pero salvo una mínima cata de salsas y caldos a fin de asegurar su exactitud, tenían que guiarse por la vista, el olfato y la costumbre, nunca por el tacto y menos por el gusto, pues sus platos, así como sus costosos ingredientes, estaban por encima de sus posibilidades financieras. Aprendieron a guisar exquisiteces que no se iban a comer (algunas sobras, quizá), igual que Modigliani jamás habría podido adquirir un desnudo de Modigliani. O ciertos escritores maniáticos, aunque por motivos diferentes, son incapaces de disfrutar sus textos, ni leerlos o nunca terminarían las correcciones.
Guisar cosas que no te vas a comer
11/11/24 4:00
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