La política balear –y esta última semana dará para un tratado– parece estar marcada por una oleada revolucionaria: la de los antisistema. De un lado, un grupo (Vox) y, de otro, un Govern que necesita al otro grupo para mantenerse y en consecuencia tiene que aceptar sus reglas de juego aunque le incomode. Hace un año aproximadamente el portavoz de ese Govern, el también conseller de Presupuestos, Antoni Costa, dejó una frase para la historia: «Pensaba que teníamos un pacto». Fue cuando se enteró de que Vox no iba a votar a favor de su techo de gasto si no conseguía contrapartidas. Aquello pasó pero, desde entonces, la política balear –casi siempre con Costa en el centro de todas las negociaciones– ha sido una sucesión de imprevistos que el pasado martes vivió su día grande en el Parlament durante la convalidación del decreto de simplificación administrativa que salió de esa sesión convertido en una ley que precisará de dos nuevos decretos para su entrada en vigor definitiva.
Análisis de la semana en las Islas
Bajo las aguas, las casas (y otras cosas)
03/12/24 4:00
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