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La invasión de los ultracuerpos! Hacía tiempo que se veía venir, y la segunda elección de Trump para la Casa Blanca, como si fuese una contraseña secreta, aceleró la llegada, pero cuando la semana pasada la izquierda francesa, que con tanto esfuerzo unitario había logrado frenar a los ultras de Le Pen, pactó tan campante con ellos para derribar al Gobierno, y casi al mismo tiempo, en la lejana Corea del Sur, su autoritario presidente Yoon Suk-yeol, de extrema derecha libertaria (del PPP, con tres pes), declaró de pronto la ley marcial y el Ejército asaltó la Asamblea Nacional para anularla, supe que había empezado al fin La invasión de los ultracuerpos. Mucho peor que la invasión zombi, por cierto. ¡Ultraderechas globales! Batallones de ultras invaden las ciudades, desde Washington a Seúl pasando por París y Madrid, y aunque a diferencia de las famosas películas del mismo título estos invasores ya no son extraterrestres (somos nosotros mismos), que nos invaden salta a la vista. Basadas en una novela de ciencia ficción terrorífica de Jack Finney, de 1955, esos ultracuerpos que ahora somos nosotros aniquilan poblaciones enteras (como en Gaza), y no hay manera de frenarlos. La humanidad en peligro, se titulaba otra peli. Yo me resistía a informar de esta invasión, para que no cundiese el pánico, pero pasan los días y más vale que lo sepan. La invasión ultra ya no hay quien la pare, se propaga por Europa y el mundo a gran velocidad, y quizá convendría espabilar. Empezar a asustarnos, aprovechando que aquí tampoco estamos tan mal, solo nos atacan a voces y por vía judicial. El planeta está lleno de ultras mucho más peligrosos y agresivos que los nuestros. Lo de Seúl sí que fue alarmante, con un presidente ordenando invadir el Parlamento militarmente, y si la izquierda francesa, con lo que les costó detener a los ultras de Le Pen, vota cuatro días después con ellos, es que cualquier cosa puede pasar. Que ya está pasando. La invasión de los ultracuerpos. ¿Y qué se puede hacer? Bueno, ni la novela ni las pelis lo dicen, y todo lo que se les ocurre a la pareja superviviente es intentar pasar desapercibidos. El plan clásico, aunque muy inútil. Igual ya es tarde.