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Las novedades

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Al principio, cuando la humanidad era joven, todo el mundo estaba lleno de grandes novedades. Piedras, matojos, osos, ventiscas, congéneres... Todo era una asombrosa novedad nunca vista y, como tal, daba gusto verla. A veces la novedad era nefasta y peligrosa, pero igualmente importante; había que estar muy atento a todas las novedades y eso generó en el cerebro de nuestros antepasados un apetito inagotable de cosas nuevas, tanto por placer como por supervivencia. Pronto las novedades fueron más importantes que el comer o el aparearse, razón por la cual en la mesa y en la cama, todos empezaron a buscar también novedades. Había entonces muchísimas, lo que acostumbró muy mal a la mente y la escala de valores. No importa qué sea, un objeto, un vehículo, una prenda de ropa, una idea, un paisaje, una persona. Lo que sea, pero que sea nuevo. A estrenar. Durante siglos eso fue bastante fácil, porque hasta los fósiles eran una novedad, y polémica. Luego ya se fueron acabando, y no hubo más remedio que inventarlas.

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Crear toda una industria. El afán humano por la novedad no tiene límites y no importa si tal novedad es idiota, imperceptible, falsa o peligrosa. Lo que importa es que no se haya visto antes o al menos no exactamente o de esa manera. El concepto de novedad, más que la novedad en sí, es el gran invento humano. A ningún otro animal se le ocurriría esa chifladura y si de ellos dependiese jamás se alejarían de lo conocido. Cuanto más lo conocen, más les gusta. En cambio, a diferencia de las bestias que nunca se aburren, nosotros nos aburrimos a lo bestia. El tedio es la clave del gran invento y el afán de novedades la madre de los inventos posteriores. Qué no haríamos por evitar el aburrimiento. Guerras, por ejemplo. La industria del entretenimiento. Viajes a lo desconocido, el turismo. Hasta el periodismo nació de ahí. ¡Últimas novedades! Noticias, noticias, a poder ser increíbles. Tampoco importa si es verdad, basta con que sea novedad. Ahora, gracias a la tecnología y la realidad virtual, el mundo vuelve a estar lleno de novedades, como en el neolítico, cuando la humanidad era joven. ¿Y estamos más contentos? Bueno, esa es otra historia.