El rayo verde
Malas lenguas
Carlos Mazón ha pasado de ser uno más de los políticos grises que abundan en este país a un payasete del que se puede esperar cualquier barbaridad. Parece que miente más que habla y cada vez que abre la boca se supera a sí mismo. Detrás, entre bambalinas, intentando pasar desapercibidos, le arropan los gerifaltes de su partido, conscientes de que es un cadáver político que solo espera el momento idóneo para abandonar. Dicen las malas lenguas que le tendremos aún durante dos años más diciendo tontadas y desdiciéndose a cada paso, porque si culmina lo que queda de legislatura se lleva el premio gordo: quince años de empleo en el Consejo Consultivo con un salario de 75.000 euros anuales. Nada mal para un completo inútil como él. Lo malo de sus balbuceos incoherentes es que hacen sospechar que oculta algo más gordo de lo que se pensó en un principio. Más allá de líos de faldas y de su impericia profesional, las tertulias y los comentarios maliciosos en las redes apuntan más alto.
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