Volver a París en primavera tiene algo especial. La ciudad se llena de luz, las terrazas se animan y da gusto caminar por las calles sin el frío del invierno. Todo parece más vivo: los árboles en flor, la gente paseando sin prisa, y ese ritmo parisino que mezcla lo cotidiano con lo extraordinario.
Una de las razones de este viaje es visitar el Salón de l’Art en el Grand Palais. El edificio ya impresiona por sí solo, con su arquitectura imponente y su cúpula de cristal. Dentro, la exposición es una mezcla interesante de arte moderno y contemporáneo. Hay obras provocadoras, otras más sutiles, pero lo mejor es ese ambiente de gente mirando, comentando, descubriendo. Los galeristas se pasean por sus estands con aire de convicción y orgullo, ya que ellos son los encargados de defender sus apuestas a vida o muerte. Los artistas visten bohemios, divertidos, o estrafalarios. No se trata de pasar inadvertidos en la gran exposición abierta al mundo. El público se mueve entre los estands, recoge papeles varios, pregunta y se extasía. París sigue siendo una ciudad que apuesta por el arte, y eso siempre se nota. En el aire, en las conversaciones, en tantas miradas llenas de curiosidad.

Otra parada obligatoria es el teatro. Esta vez, una representación de "Cyrano de Bergerac", uno de esos clásicos que nunca pasan de moda. La interpretación fue sólida, con momentos de humor y otros más intensos, de una enorme belleza lírica. El público respondió con entusiasmo. Ver esta obra en francés, en un teatro parisino, es una experiencia cultural que merece la pena. Los versos de esta obra son joyas capaces de conmover a quienes amamos el buen teatro y la buena poesía.
Entre visita y visita, siempre hay tiempo para comer bien. Las brasseries siguen siendo un acierto: platos tradicionales, buen servicio y ese ambiente relajado pero con carácter. Un buen entrecôte, una copa de vino y observar la vida pasar desde una mesa junto a la ventana. No hace falta mucho más.
En resumen, París en primavera ofrece lo de siempre, pero mejor: arte, teatro, buena comida y una ciudad que sabe recibirte.