El presidente del TC, Conde-Pumpido, se ha convertido en el mejor cancerbero para el PSOE, no hay balón que pueda perjudicar al poder que se le cuele. Desde su atalaya vigila y alumbra los entornos monclovitas.
Según nuestro marco legal, el TC solo está habilitado para comprobar si las sentencias de los tribunales se adaptan a lo establecido en la Constitución y que no se haya conculcado alguno de los derechos fundamentales del reo.
Pero Sánchez le exigió que convirtiera el TC, a través del recurso de amparo, en un tribunal de última instancia para anular sus procesos de corrupción política. Y Pumpido cumplió. El TC dejó de ser un tribunal neutral ajustado a sus funciones, para cristalizar en un órgano sectario que ha suplantado al Supremo y que justifica las acciones del Gobierno por ilegales que resulten. Así, el Derecho se ha convertido en un lodazal al servicio de los intereses del Gobierno, en una herramienta del poder que puede utilizarse para obtener los objetivos más injustos, como enmendar la sentencia del TS de los ERE, el mayor caso de corrupción de la historia perpetrado por las instituciones andaluzas.
Las capacidades del TC, según Valentina Faggiani, catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada, se han dirigido a adaptar el ordenamiento jurídico y la realidad no a las exigencias de la sociedad sino a los intereses del Ejecutivo. Y denuncia que el actual contexto es de regresión democrática, en el que se están superando límites éticojurídicos que antes se concebían infranqueables.
La justicia ha dejado de cumplir y respetar el derecho para convertirse en un barrizal positivista nacido del puro arbitrio del poder, que utiliza las leyes y las sentencias judiciales para imponer su voluntad.
Pumpido, así, se ha sentido cubierto por el manto de la impunidad y ha hecho y deshecho a su antojo. Pero todos esos atropellos pueden acabar gracias a que el TS ha abierto la posibilidad de investigarlo por prevaricación como consecuencia del indulto encubierto de los chicos del saqueo de los ERE.
Al todopoderoso magistrado le han entrado las prisas en bloquear la cuestión prejudicial y le han empezado a temblar las piernas.