Directo al grano: Hará varias décadas que no entro en el Sutton en la calle Tuset de Barcelona. El local, antes una sala de fiestas y ahora una discoteca, se inauguró en el territorio de lo que un día fue Tuset Street, calle que seguía la estela de la entonces ultra fashion Carnaby Street londinense. Posiblemente aquella era la única calle española de la época (años 60’s) que parecía europea de verdad. Todo comenzó con unas oficinas de publicidad, relaciones públicas y moda (L. Pomés, Iriarte, Sagi, Ulled... ¡Qué guapa era Teresa Gimpera!) que se ubicaron allí y cuya impronta pronto impregnó la zona y le dio carácter. Y así se creó la Cova del Drac (una boîte que pasó de ser inicialmente un centro burgués del catalanismo musical europeísta a un club de jazz), el Ischia, el Storck Club (en el pasaje Arcadia, un punto de ligues y desengañados)... el restaurante Reno, adonde iban los finos, y más adelante el Flash-Flash sin olvidar al posterior Mini Drugstore David.
Aquella calle, y a imitación del verano del amor británico, el 67, se convirtió pronto en el reino de las minifaldas y de las melenas tipo Beatles («All you need is love»). Las terrazas de sus locales estaban llenas de gente guapa, era como una sucursal de la divine gauche parisina de Saint Germain que luego, en Barcelona, montó su centro operativo en el Boccacio de la calle Muntaner (Oriol Regàs). Alguien escribió que a Tuset iban «las mujeres y los que quieren hacerse gratos a las mujeres, especialmente a las jóvenes, las ninfas, la crisálida femenina». Temps era temps.
Recuerdo que años más tarde (ya actuando en espectáculos vintage) vi en Sutton a Los Mustang de Santi Carulla (que versionaban «Jóvenes, éramos tan jóvenes...», de Cliff Richard y The Shadows) que también actuaron en su día en Sa Tanca de Sant Lluís. Personalmente, y aunque conocí aquella calle en mi ya lejana adolescencia, la recuerdo muy bien porque mi tío de la época tenía su oficina allí.
¿Y por qué les hablo de esa calle y menciono Sutton? Pues porque hace dos años se perpetró allí uno de los actos más hipócritas y falsarios, en mayúscula, que definen hoy la España sanchista.
Pues sucedió que una mujer denunció a un famoso futbolista brasileño de nombre Dani de haberse sobrepasado con ella sin su consentimiento en la noche de fin de año. Un claro ejemplo negativo del ‘solo sí, es sí’. Solo me remito a lo evidenciado por las cámaras, siempre unas chivatas de la verdad, tal y como ha reconocido la sentencia (en segunda instancia) del Tribunal formado por tres mujeres feministas y un acompañante del único género que no dispone de presunción de inocencia, al juzgar el caso.
Los aspavientos y las rasgaduras de vestimentas son maléficas para alguien que ha pasado un año de su vida en la cárcel por un crimen que no ha podido ser demostrado y cuya presunción de inocencia ha sido pisoteada sin piedad. En nuestro estado de derecho las pruebas de inocencia o culpabilidad deben ser concluyentes. «No se juzga lo que hizo Alves en el baño del Sutton, se juzga si lo que la denuncia dice es verdadero o falso». (A. Espada)
El feminismo radical ha impuesto como dogma que el hombre es siempre culpable. Es aquella estupidez del «Hermana, yo sí te creo», que necesita autoconvencerse de lo que todos sabemos: que la mujer es igual que el hombre (en todos los extremos legales y laborables) y que no necesita recursos políticos inducidos para culpar al hombre de sus situaciones. Los crímenes (todos horribles y absolutamente condenables para cualquier género) ya están suficientemente penados. El resto debe de solucionarlo la educación y la política que confecciona leyes que legislan en contra de lo que predican y que permiten dejar en libertad (o reducir sus penas) a violadores declarados.
Notas:
1- Jueves 3 de abril: en un vuelo a Palma saludo a las diputadas menorquinas del Parlamento balear, y al parecer amigas, Maite Torrent (PP) y Joana Gomila (de Més y exalcaldesa de Ciutadella). Elegantes y simpáticas, me dicen que tienen ‘comisión’ por la tarde. Su buen rollo me demuestra que la polarización política no es imprescindible. Me reconfortan.
2- Jueves 3 de abril: Interesante artículo del exdirector de este Diario Juan Cantavella sobre nombres menorquines en el callejero de Madrid. En la calle dedicada al médico mahonés Dr. Orfila, muy cercana a la sede del PP en Génova, hay un magnífico y sofisticado hotel boutique (un Relais & Chateaux) llamado precisamente Hotel Orfila cuya terraza-jardín interior es simplemente magnífica.
3- Novedad tribal: Esta semana hemos sabido de la existencia de un nuevo colectivo tribal denominado coloquialmente los ‘m’opongo’. El descubrimiento de esa curiosidad antropológica se desveló cuando trascendieron unas palabras pronunciadas por quien es ya considerada como la personalidad más influyente de la cultura ‘m’opongo’. Sus declaraciones, rellenas de vehemencia y con la pasión propia de su estirpe asilvestrada, han despertado el profundo orgullo de los admiradores del clan quienes al grito de ‘unas palabras tuyas bastarán para sanarnos’ se enardecen al sentir un inmenso alivio entre tanta fiebre arancelaria.
4- Simplezas: El sanchismo (charlatanería, chollos, eufemismos, timos, folklore...) es la nueva España cañí. Sin la presunción de inocencia lo pasarían mal, realmente mal.
5- Fotos: No es malo que los españoles conozcan bien a quien será su Reina algún día. Es un gusto.