En el complejo panorama de la política de vivienda en Balears, la diferencia entre los gobiernos de Francina Armengol y Marga Prohens es más que evidente. Como señalaba el filósofo Séneca, «el que no ha nacido para ser esclavo, jamás será libre», y la gestión de la vivienda en nuestras islas debe dejar atrás las políticas intervencionistas que, bajo el mandato de Armengol, han llevado a un estancamiento generalizado del sector.
Durante los ocho años de gobierno de Armengol, el enfoque fue claramente estatista, con un intento constante de abarcar el sector mediante la promesa de 25.000 viviendas públicas. Sin embargo, estas políticas de intervención no consiguieron abordar de forma efectiva las verdaderas necesidades de los baleares. A pesar de iniciativas como el Decret de Projectes Residencials Estratègics, la oferta de viviendas a precios asequibles siguió siendo insuficiente, mientras el precio del alquiler se disparaba un 142% y el de compraventa, un 90%.
Más grave aún que su política errada fue su falta de política real. Mientras se construían chalets en rústico (uno cada 26 horas) y se tramitaban 17 piscinas semanales, el acceso a la vivienda para jóvenes y familias se hacía cada vez más inalcanzable. Armengol no dejó una estructura habitacional funcional, sino una ausencia absoluta de estrategia.
En apenas veinte meses, el gobierno de Marga Prohens ha marcado un giro radical, recuperando el impulso económico y apostando por una estrategia moderna, flexible y eficaz. A diferencia de su predecesora, Prohens no se ha limitado al discurso: ha puesto en marcha proyectos con impacto inmediato.
Uno de los pilares de su estrategia es el programa Construir per Llogar, inspirado en el exitoso modelo británico Rent to Build, que permite a promotores construir viviendas con financiación pública para destinarlas al alquiler asequible y, finalmente, a la venta. Un modelo que estimula la oferta sin hipotecar al contribuyente, y que combina eficiencia con compromiso social.
A esto se suma el Decret de Mesures Urgents, que facilita el uso de suelo para vivienda, permite aumentar densidades urbanísticas y agiliza trámites que antes paralizaban la construcción. Estas medidas no solo activan el mercado, sino que generan vivienda allí donde más se necesita.
Además, Prohens ha tomado decisiones valientes para frenar distorsiones estructurales: el control del alquiler turístico ilegal, la limitación de la compra de viviendas por parte de no residentes o la propuesta de crear viviendas temporales con contenedores marítimos, ideas pragmáticas que reflejan una nueva forma de pensar la vivienda desde la innovación y la flexibilidad.
El modelo de Prohens no relega al sector público, sino que lo alinea con el sector privado para ampliar la oferta, reducir precios y mejorar el acceso. Porque la vivienda no debe ser un bien gestionado en exclusiva por la burocracia, sino un sector dinámico, con incentivos adecuados, planificación ágil y visión de futuro.
Como bien decía Adam Smith, «la riqueza de las naciones no depende de la intervención del Estado, sino de la libertad económica de sus ciudadanos». Balears necesita menos control y más acción; menos promesas y más resultados. Y Prohens ha demostrado que ese cambio es posible.
Es hora de abrir una nueva etapa, en la que la libertad económica, la colaboración público-privada y la innovación hagan posible un acceso a la vivienda más justo, eficiente y sostenible para todos los baleares.