Invasión
La estadística que revela que en los últimos 25 años se ha instalado en Balears casi medio millón de extranjeros ha levantado polvareda. Todos lo sabíamos, pero al ponerlo negro sobre blanco y a la vista de en qué se está convirtiendo la sociedad mallorquina, el susto es mayúsculo, por la sensación de invasión, de cosas mal hechas, a toda prisa y sin previsión alguna, de chapuza, de «todo vale» y el resultado es una clara percepción de masificación, de pérdida de valores tradicionales, de minorización, de estrangulamiento cultural e identitario. Quizá todo eso sean minucias si nos rendimos al dios del crecimiento infinito, la facturación anual meteórica y la codicia sin límites de quienes hacen negocios aquí. Pero a la gente corriente le importa más su cultura, sus raíces, lo que un día les transmitieron sus padres y a ellos, sus abuelos. Lo que és nostro y de nadie más. Algo que ven en peligro, si no ya perdido para siempre. Sin embargo, la historia sigue su curso y nadie ha logrado anclarse al siglo XIX, ni siquiera al XX.
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