Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

Invasión

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La estadística que revela que en los últimos 25 años se ha instalado en Balears casi medio millón de extranjeros ha levantado polvareda. Todos lo sabíamos, pero al ponerlo negro sobre blanco y a la vista de en qué se está convirtiendo la sociedad mallorquina, el susto es mayúsculo, por la sensación de invasión, de cosas mal hechas, a toda prisa y sin previsión alguna, de chapuza, de «todo vale» y el resultado es una clara percepción de masificación, de pérdida de valores tradicionales, de minorización, de estrangulamiento cultural e identitario. Quizá todo eso sean minucias si nos rendimos al dios del crecimiento infinito, la facturación anual meteórica y la codicia sin límites de quienes hacen negocios aquí. Pero a la gente corriente le importa más su cultura, sus raíces, lo que un día les transmitieron sus padres y a ellos, sus abuelos. Lo que és nostro y de nadie más. Algo que ven en peligro, si no ya perdido para siempre. Sin embargo, la historia sigue su curso y nadie ha logrado anclarse al siglo XIX, ni siquiera al XX.

El XXI parece que va camino de ser un fiel reflejo de aquella ciudad caótica, sucia, maloliente, densa y multicultural de Blade Runner. ¿Quién lo hubiera imaginado en Mallorca? Porque nada de esto es casual. Está en los planes. Según el Gobierno, este país necesita la llegada de doscientos mil inmigrantes cada año para sostener el ‘estado del bienestar’, lo que ofrece un saldo de cinco millones de aquí a 2050. Demasiado razonable me resulta. Porque entidades como Cobas AM (una consultora madrileña) estima que para ese año habrán llegado al país 37 millones de extranjeros. ¿Es que ya no existirán los españoles? ¿O es que España tendrá ochenta millones de habitantes?