Directo al grano: Menorca es una isla cubierta de mantras casi dogmáticos. Veamos: uno de los mantras que triunfan hoy en esta tierra es afirmar que la Isla está masificada. Como si fuera el Bronx, vaya. En las últimas semanas han sido varias las personas que me han pedido que escriba que eso no se ajusta a la verdad. Yo, que no soy corresponsal de nadie, les he sugerido que lo digan ellos mismos, y que lo divulguen. Pero todos me confiesan que su situación laboral y social, su entorno familiar y el conocido microclima políticamente correcto que nos atenaza se lo impide. Preguntémonos: ¿Cómo puede ser libre una sociedad reglada por el miedo?
La masificación es una patraña que ha alcanzado niveles de dogma en una Menorca muy poco poblada (compárenla con otras islas mediterráneas), una isla que vive casi paralizada y semi desierta en invierno y que en buena parte sobrevive todo el año gracias a la producción económica veraniega. Que durante un par de semanas todo el mundo pretenda ir a los mismos sitios y a la misma hora jugándose la vida circulando por unas carreteras propias del Nepal, no significa que la isla esté masificada, solo muestra que quienes la han gobernado durante los últimos años no han sabido (ni querido) modernizarla ni dosificarla para vivir la realidad actual. Blame them.
Otro mantra clásico es protestar por la falta de vivienda cuando esta carencia la provocan las normas restrictivas que redactan e imponen los políticos a quienes votan los mismos que luego se desesperan por no encontrar un techo donde cobijarse. Estos últimos días hemos visto ejemplos de sinvergüenzas que después de gobernar 8 largos años consecutivos siguen protestando por la falta de viviendas en Balears. Rostros de cemento armado.
Otro mantra dogmático es la pretendida necesidad de acumular títulos y declaraciones grandilocuentes y pretenciosas, muy al gusto de quienes levitan mirándose al ombligo, aunque el resultado final sea imponer más trabas ‘al público en general’ y solo para incrementar la producción económica de unos pocos. Por otra parte, cualquiera que visite la supuesta Reserva de la Biosfera y pasee por las calles de Mahón entenderá lo que significa pisar un lugar talayótico donde buena parte del agua no es bebible y sus calles rebosan de cubos de basuras malolientes causados por unas decisiones foradades. Digámoslo claro: Igual que nadie obliga a los ayuntamientos a abdicar de su autonomía municipal para determinar el topónimo de una ciudad, Europa tampoco obliga al sufrimiento social y a las molestias que causan esos artefactos de plástico en los hogares de las familias. Son solo responsabilidad de quienes los deciden.
Sigamos. Esta primavera ha llovido como nunca pero incluso así los usuales catastrofistas aúllan su dogma, que pretenden irrebatible, anunciando que estamos a punto de morir de sed. Me recuerdan «El grito», el cuadro del noruego E. Munch. Orejas tapadas (para no oír la verdad) y ojos horrorizados imaginando una ansiedad y una angustia que no se divisa por ninguna parte.
Más. En Menorca algunos tienen un problemilla con el cálculo. Así vemos que si un grupito de 14 maestros (de los cientos y cientos que hay en la isla), se oponen a un razonamiento elemental como es que los padres puedan decidir la educación de sus hijos, son engrandecidos y anunciados abusiva y pomposamente como «Los docentes menorquines se oponen a…». Pero no son todos, sino solo unos pocos fanatizados por el colonialismo lingüístico.
Ilustrativo también es el mantra dogmático de las placas solares sembradas en el agro menorquín. Pronto su extensión competirá con ses tanques d’enclova. A las alabanzas de los apocalípticos climáticos, otros oponemos el sentido de la estética y la sensatez por lo que creemos que estas placas deberían estar prohibidas por atentar, destrozar y polucionar nuestro entorno natural. Consejo: vayan a pasear por los alrededores de Ses quatre boques (cerca de Sant Climent, yendo a Bellvenet) y lo verán. Pero antes tómense una tacita de tila para prepararse para un disgusto tremendo. Luego piensen és que diuen que açò és lo modern … y aprieten el gatillo.
En el apartado hortofrutícola, la Isla también sigue el dogma de los ‘sandías’ (verdes por fuera y rojas por dentro) que practican obsesivamente el ecologismo selectivo según la conveniencia política del momento. Son los que utilizan la emoción para vestir y disfrazar actos políticos reaccionarios y demagógicos en pro de la paralización de la Isla. Son los que pretenden que un soviet ecolo dicte nuestro futuro general en una isla que, afortunadamente, siempre fue emprendedora, liberaloide e individualista. And so on. Solo cuando Menorca logre superar sus mantras dogmáticos podrá ser una tierra abierta, integradora y desarrollada.
Notas:
1- Comienzo de temporada en la línea aérea directa Menorca-Ibiza: el lunes 7 de Abril solo estaban ocupadas 21 plazas de las 106 disponibles.
2- La niña Menorca dijo a su mami: ‘Mamá, de mayor quiero ser como mi prima Ibiza’.
3- Ibiza dispone de una red de carreteras magnífica. ¡Qué envidia!
4- Ábalos en la moción de censura contra Rajoy (2018): «Los españoles no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia». Unas semanas después, y ya Ministro de Fomento, comenzó a comprar Jéssicas, Claudias, etc.
5- ¿Algún menorquín estuvo en el Parador de Teruel el día de autos? Más que nada pa’ que nos detalle y aclare.
6- Pedro Polo, el nuevo Marco, pretende alterar las relaciones con la democracia norteamericana para favorecer el expansionismo de la dictadura china. Más Venezuela pero a lo bestia.