Xerradetes de Trepucó
La buena moralidad de los menorquines
Hay costumbres que perduran heredadas, o transmitidas de padres a hijos desde siglos pasados. Confieso del interés que siempre sentí por los historiadores, tanto que desde muy joven me conquistaron embarcándome en su galeón de historias y costumbres de otros tiempos
Llegada la Cuaresma con su Semana Santa, me pregunto cómo pudo ser que en tiempos de la dominación inglesa llegaran a consentir, según los textos relatan, y vivieran en paz con los árabes. Los menorquines que según continúo leyendo, siempre se distinguieron en sus luchas, contra los corsarios berberiscos, y continúa el narrador que se decía que el santo nombre de Dios era blasfemado y olvidado de su culto, cuando durante la dominación británica se levantaron multitud de templos católicos en la Isla, según voy leyendo en la «Historia de la isla de Menorca» donde Pedro Riudavets Tudurí lo dejó tan fielmente detallado. La primera iglesia en beneficiarse fue la de Nuestra Señora del Carmen, la iglesia parroquial de Santa Maria, la parroquial de Villacarlos, la de San Cristóbal. Y oratorios particulares y se concluía la de Sant Lluís mejorándose los oratorios de la Virgen de Gracia y la de Sant Joan dels horts, y el Hospital de Caridad (imagino que se refería a San José, del Cós de Gràcia, y algunos más, creándose cofradías de fieles para el mayor lustre y pompa del culto católico. Todo ello gracias a las autoridades inglesas que supieron respetar el culto católico.
Al llegar a este punto he recordado que el general Blakeney, tuvo mucho que ver (siempre enterada por mis lecturas de aquel templo, el del Carmen...). Llegado a este punto debo agradecer a los menorquines respaldados por las autoridades. Haciendo un punto y aparte negándome a continuar los años caóticos. Finalizar la presente Xerradeta con recuerdos de infancia y juventud en mi Mahón. El respeto que siempre viví y observé de sus habitantes. No tan solo en los templos con sus imágenes cubiertas con telas moradas, la escasa luz eléctrica de aquellos tiempos, largas colas en los confesionarios. Una semana de silencios, las emisoras dejaban de radiar y publicitar, tan solo se podía escuchar música sacra.
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