Joan Martorell
Joan Martorell

Periodista

El chantaje

TW

Los acuerdos en materia de territorio y turismo entre el PP y Vox sin duda aportan tranquilidad a la legislatura de Marga Prohens, aunque solo sea momentáneamente, pero está por ver el coste electoral que pueden tener para los populares. La paz parlamentaria se ha configurado a base de cesiones unidireccionales, del PP hacia Vox, al menos así es como trasciende. En todas las situaciones, Vox acaba ganando, una tesitura que entraña el riesgo de que el electorado más centrista y moderado pueda preguntarse por qué votar al PP si las políticas que aplica son las de la ultraderecha. En lugar de ser el PP el muro de contención de los disparates de Vox parece estar sucediendo lo contrario y es Vox quien radicaliza al PP.

Marga Prohens consiguió marcar perfil propio al formar Govern sin la presencia de los ultra conservadores, a diferencia de lo sucedido en otras comunidades autónomas en las que el PP tampoco había obtenido mayorías suficientes. La pinza de Abascal y Pedro Sánchez contra Núñez Feijóo desquició la relación PP – Vox en Balears, en paralelo a la descomposición interna de la ultraderecha insular, paradójicamente después de haber sacado adelante los presupuestos del curso pasado. El PP no ha sabido hacer valer la correlación de fuerzas resultado de las elecciones y Vox ha hecho del respeto a la minoría, al que obviamente tiene derecho, una licencia para el chantaje permanente. El Vox con el que los populares ahora se hacen carantoñas es el del diputado que celebra el aniversario de la victoria de los golpistas contra la República después de una guerra civil, el mismo que hace una peineta a sus adversarios en plena sesión del Parlament, o que pretende censurar a una periodista que ha puesto en evidencia una mentira suya; el mismo Vox que en su momento creía «razonable» el plan de Trump para expulsar a los gazatíes de su territorio para convertirlo en un resort de lujo; o que tiene un presidente del Parlament imputado por un presunto delito de odio.

Con la vista puesta en los presupuestos de este año ya ha avisado la portavoz ultra, Manuela Cañadas, al Govern: «Para que haya presupuestos se tienen que hacer muchas cosas». Dicho después de haber incrementado la liberación de terreno para construir vivienda más allá de lo inicialmente previsto y mediatizado el decreto de contención turística hasta haberlo descafeinado sustancialmente: ni incremento de la ecotasa, ni impuesto para los coches de alquiler, ni reducción del alquiler turístico; puesto en modo Iago Negueruela, para quien la congestión turística era solo una sensación cuando era conseller del ramo, el Govern ya ve la masificación como un fenómeno puntual y en lugares muy determinados. Vox no oculta que tiene en cartera la segregación lingüística en la educación, su fobia a la lengua y la cultura de Balears no ceja; la derogación de la Ley de Memoria Democrática que hace solo cinco meses el PP impidió y su campaña contra la inmigración, entre otros aspectos. Nada permite estar seguro de la firmeza del PP para no rendirse otra vez ante Vox a cambio de unos presupuestos que permitirían a Marga Prohens completar la legislatura, pero a un precio probablemente excesivo. Decía María Zambrano que «la política se dirige a un futuro, lo crea». El PP decepciona expectativas.