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Tiempo largo, realidad corta

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Parece que ha regresado la vieja carrera espacial que amenizó mi juventud durante la guerra fría, aunque con China como rival de EEUU en lugar de la URSS. China ya posó un robot inteligente en la cara oculta de la Luna, y proyecta enviar astronautas en breve, lo que fue calificado de «poderosas fuerzas desestabilizadoras» en el Congreso de EEUU, por lo que el director de la NASA (nombrado por Trump) tuvo que prometer inmediatamente que regresarían a la Luna antes que los chinos. ¡Otra vez la vieja carrera espacial de los años sesenta! Eso sí, reforzada por los muchos multimillonarios espaciales y tecnológicos que ahora intervienen a título privado. ¡La conquista del espacio! Aunque para conquista del espacio, el drama actual de la vivienda, sobre el que en aquellos días se hicieron docenas de pelis más o menos cómicas, la más notable «El pisito», de 1958. Todo vuelve, incluidas las matanzas y expulsiones de palestinos en la Nakba de 1948. Por no mencionar el rearme actual, seña de identidad de la guerra fría. Todo se repite, pero lo de la carrera espacial me ha llegado al alma, nunca creí que viviría suficiente para regresar a los años de mi infancia y adolescencia. Lo que fue, será, advierte el Eclesiastés bíblico, y la historia siempre se repite según numerosos refranes.

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Pero no porque el tiempo sea cíclico a la manera budista (reencarnaciones y tal), sino porque el tiempo es infinito y la realidad no. Se desgasta, se acaba como las viejas cintas de vídeo, y hay que rebobinar si quieres seguir mirando algo. Ahora estoy mirando muchas cosas que vi de jovencito, y si entonces eran novedad, resulta que ahora también. Están actualizadas, porque el tiempo es largo y la realidad corta. Dura lo que dura, hay que reutilizarla para que sigan transcurriendo los años. No me extraña que el fin del mundo, mil veces profetizado, ya haya ocurrido con cierta regularidad. Basta ver que estamos en plena carrera espacial, y no hay película más actual que «El pisito». ¿Puede durar una vida humana más que la realidad propiamente dicha, de modo que dé tiempo de acabarla y verla empezar otra vez por el principio? Pues parece que sí. Esto sí que no me lo esperaba. Qué cabronada.