Munición de fogueo y facturas de plomo, podríamos titular el escrito de hoy. En mis tiempos se decía que una escopeta vacía daba miedo a dos: al que la empuñaba y al que estaba en el punto de mira. Hoy, eso ya no pasa: el enemigo siempre sabe más que tú. Especialmente si el enemigo está en casa. Vamos, el que compra los cartuchos.
Pedro Sánchez Pérez-Castejón, «el marido de la Begoña», vuelve a hacer de las suyas. Su Gobierno -ese circo que mantenemos a base de impuestos- firmó la compra de munición para la Guardia Civil a una empresa israelí. ¿Resultado? Presionado por sus socios expodemitas, ha roto el contrato. ¿Conclusión? Siete millones de euros tirados a la basura. No hay munición. Solo hay pistolas inservibles. Y facturas. Y nosotros, a pagar.
Ahora, como las pistolas -miles de ellas- necesitan precisamente esa munición que solo vende la empresa israelí, nos veremos forzados a comprar armas nuevas o a pagar un intermediario que nos clave un sobreprecio escandaloso. ¿Les suena? ¿Se acuerdan del «negocio» de las mascarillas? ¿Esta vez qué será? ¿Compras exprés en el mercado chino? ¿O un asesor de algún ministerio que se lleva comisión hasta por respirar?
Pero qué más da. Para ellos, siete millones son calderilla: llevan años fundiéndose miles de millones para mantenerse un minuto más en el poder. Dormir en la Moncloa. Volar en Falcon. El colchón nuevo que se compró Sánchez fue, comparado con esto, una anécdota de principiante.
Mientras tanto, Yolanda Díaz, la eterna figurante, dispara munición de fogueo para tapar el desastre. Mucho ruido, cero balas. Una cortina de humo, porque si Sánchez empieza a caer, ella no aguanta ni enchufada a un respirador. Y ambos lo saben.
Y del resto de contratos millonarios con empresas israelíes, silencio total. Más de mil millones de euros, y ni una palabra. PSOE y Sumar, dos caras de la misma estafa. Se ríen de nosotros en nuestra cara, mientras nosotros pagamos el pato, la pata y hasta a la suegra de la pata. Y no es magia, son tus impuestos.
Pero eso sí, en un día como hoy y en cuanto levantan la mano, son capaces de llenar las calles de adeptos repitiendo mantras: que si las pensiones, que si la vivienda, que si el fascismo. Mentiras recicladas. El guión de siempre. El cuento de nunca acabar.
Con la suerte que gastan, no me sorprendería que en el Cónclave hicieran Papa a Pedro Sánchez y Mama a Yolanda Díaz. Y a la Begoña, de camarlengo. Y algún cargo encontrarían para Bolaños, Marlaska y como no, para García Ortiz y Conde-Pumpido.
En España ya hemos visto cosas peores. Y con suerte, las que nos quedarán aún por ver.