El periodismo es un oficio en crisis, pese a que es uno de los más necesarios. Sin buena información no hay opiniones bien argumentadas, sino argumentarios para convencer a una sociedad desinformada.
El sábado fue el Día Internacional de la Libertad de Prensa. El periodismo es también un oficio peligroso. Durante el año pasado fueron asesinados 124 informadores, el 70 por ciento por parte de Israel, y 361 fueron encarcelados.
Las razones de la crisis de la profesión, en mi opinión, son varias. La debilidad económica de los medios es la primera, que se agrava por la pérdida de lectores en la prensa escrita, que sigue siendo el referente en el periodismo de investigación y análisis. La penuria de estos medios coincide con la competencia desleal de la oferta pública de empleo a los periodistas, con mejores sueldos y condiciones laborales. Además proliferan cada vez más las oficinas de comunicación en las administraciones públicas, que convierten a los periodistas en agentes de comunicación y publicidad.
Aunque todo el mundo tiene el derecho y la obligación de ganarse la vida, esta situación afecta a la dignidad del ejercicio de este oficio. La banalización de los contenidos de los medios públicos es un ejemplo. Llenar la programación de recetas de cocina en lugar de poner el foco en el interés público de una televisión pública creo que es un error de concepto preocupante. La contaminación ideológica del periodismo es otro factor. Creo que afecta más a los medios que a los profesionales. Los lectores no han de ser agentes pasivos, sino que han de elegir de quién se fían.
Ya sé que les parecerá poco objetivo, pero siento la necesidad de mostrar un mesurado orgullo por el trabajo que hacen los periodistas de este diario. Pese a circunstancias adversas, algunas ya citadas, son capaces de ejercer el oficio con dignidad y publicar cada día un diario de papel y digital con un contenido informativo muy profesional. Gracias.