Después del papa Francisco

La Iglesia, el Vaticano y el próximo Papa

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El título del artículo da para una tesis doctoral, procuraré ser sintético y didáctico. Evidentemente no es lo mismo la Iglesia que el Vaticano. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, como dice San Pablo en su Primera Carta a los Corintios. El Vaticano, en cambio, es un estado soberano que permite a la Iglesia mantener relaciones diplomáticas con el mundo actual constituido en estados y organismos internacionales. Digamos que es una necesidad imperante de un momento histórico concreto. Por supuesto no es de derecho divino, pero a día de hoy muy necesario tal y como está configurado el mundo. Como diría el teólogo Henri de Lubac, la Iglesia es una sociedad que, bajo apariencia de una organización humana, oculta una realidad divina.

Algunos dirán que esa idea está superada por el Concilio Vaticano II, porque habla de la Iglesia como Pueblo de Dios, pero también la misma Constitución dogmática «Lumen Gentium» del propio Concilio habla de la Iglesia como una sociedad organizada en este mundo. Cualquier pueblo que se precie resulta ser una sociedad organizada, no en vano decían los juristas romanos que ubi societas, ibi ius -donde hay sociedad, hay derecho-. La Iglesia nunca ha renunciado a sus propias normas, el derecho canónico es una buena prueba de ello.

Pero vayamos a il nocciolo della questione, no a la obra de Graham Greene de «1948» -«The Heart of the Matter»-, sino al núcleo del asunto. El Papa ha muerto. Ahora hay que elegir al sucesor. Los cardenales han ido llegando a Roma poco a poco para participar en las reuniones previas al Cónclave en el que sólo entrarán finalmente a votar aquellos que sean menores de 80 años.

Las quinielas ya han empezado, lo que no saben los que las hacen es que nadie puede aventurar el nombre del próximo Papa, sólo se puede conjeturar. En el fondo es lo que hacen los vaticanistas aficionados. Teniendo en cuenta que son 134 cardenales los que asistirán al Cónclave y sabiendo que se necesita una mayoría cualificada de 2/3 para salir elegido, se necesitan 88 votos. Cuatro cardenales han excusado su asistencia, entre ellos el español Antonio Cañizares que por motivos de salud no puede viajar.

¿Quiénes son pues los papables? Todos. Pero vamos a intentar dilucidar quien a nivel humano tendría más posibilidades. Mateo Zuppi, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana de 70 años. Pietro Parolín, Secretario de Estado, también italiano y de 70 años. Digamos que estos dos serían los más representativos de los cardenales italianos y por tanto los mejor posicionados. El filipino Luis Antonio Tagle, Pro-prefecto del Dicasterio par la Evangelización, 68 años, tiene posibilidades, como asiático y antiguo Arzobispo de Manila. El norteamericano Raymond Leo Burke, ex prefecto de la Signatura Apostólica, 76 años, ha sido un hombre de fuerte carácter y se ha posicionado claramente contra muchos postulados del papa Francisco, entra en la categoría de conservador. Y, finalmente, los africanos Peter Turkson de Ghana, 77 años, y Robert Sarah de Guinea, 79 años, este último entra en el Cónclave por un mes, en junio cumple 80.

La lógica humana, si se puede hablar así de un Cónclave, nos conduce a considerar la posibilidad de un nuevo Papa de la periferia. El gran crecimiento del catolicismo en América y sobre todo en África y Asia es inversamente proporcional a su descenso en Europa. Ese dato nos da derecho a pensar que un Papa africano o asiático es probable.

Evidentemente todos tenemos nuestros favoritos, pero lo que queremos es muy distinto de lo que probablemente va a suceder. El Arzobispo de Valladolid y a la sazón Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha dicho que habrá sorpresas en el Cónclave, yo también lo creo.

Hace poco dije que en mi opinión el próximo Papa podría ser el africano Cardenal Robert Sarah. Fue muy divertido ver como algunos se ponían nerviosos en extremo, otros daban saltos de alegría, todo un espectáculo. Claro que podría ser Robert Sarah, es uno de los 134. Desde luego tiene más posibilidades que Vd. y yo querido lector.

De todos ellos sólo conozco personalmente a Raymond Leo Burke, le saludé en un Congreso de Derecho Canónico en la Universidad de la Santa Croce -Universidad del Opus Dei- en Roma en 2013, cuando él era el Prefecto de la Signatura Apostólica, el Tribunal Supremo de la Iglesia. La Signatura Apostólica es una especie de Tribunal Supremo muy potente, resuelve en última instancia los casos que se generan en esa Sociedad que es la Iglesia Católica en todo el Mundo con 1.400 millones de personas. Algunos casos he llevado en ese tribunal como Abogado del Tribunal de la Rota.

Todo está en marcha. El Espíritu Santo, del que todavía no hemos hablado, tiene mucho que decir en todo esto, pero no anulará la personalidad de los candidatos ni tan siquiera del futuro Papa, como no anuló la de Francisco. Se trata de ser dócil al Paráclito sin traicionarse a uno mismo. Dios respeta siempre la libertad humana. Por esa razón, en lo humano, un Papa puede equivocarse. No así cuando enseña ex cathedra cuestiones de fe y de moral. Ya ven que el papa Francisco ha hablado bastante, pero el Magisterio de la Iglesia sigue como estaba. Es lícito no estar de acuerdo con el Papa en cuestiones temporales, todos lo hemos estado alguna vez, algunos con Francisco, otros con Benedicto XVI y Juan Pablo II. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Algunos han hablado recientemente de la Iglesia del papa Francisco. No existe. Sólo la Iglesia de Jesucristo. Al final los Papas, como nosotros, pasan. Sólo permanece Cristo y su Iglesia. Los Papas cambian muchas cosas, pero la fe y la moral no se toca. Lo esencial permanece porque ni ellos mismos están autorizados a cambiarlo. El Mundo se equivoca al enjuiciar a la Iglesia porque lo hace con parámetros humanos y se olvida de su realidad divina, como diría De Lubac. Francisco ha cambiado aspectos del orden temporal de otros Papas y los que vengan en el futuro, a buen seguro, cambiaran las del propio papa Francisco, no lo duden. Nada humano queda atado para siempre.

Si quieren que les diga la verdad no sé quién será el nuevo Papa, pero poco me importa. La Iglesia no depende de un ser humano como Vd. y como yo, depende de Cristo. Jamás he tenido mi esperanza puesta en un hombre sino en el Hijo de Dios. Por cierto, esto me salva de muchas decepciones, no soy mitómano.

Me gustaría finalizar el artículo con un dato curioso, hace unos días el papa Francisco visitó por sorpresa la tumba de San Pio X, un gran Papa. Fue todo un acontecimiento, quizá incluso una señal. Lo dejo apuntado por si alguien le quiere dar un par de vueltas al asunto. Ustedes me entienden, ¿verdad?

De momento, Sede romana vacante, nihil innovetur in Ecclesiae universae regimine.