Atalaya 77

Pasado

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Estamos atravesando una época, en que los acontecimientos se suceden con  tanta rapidez que apenas tenemos tiempo de ‘digerirlos’; pero ya hay bastante gente que dice y comenta la actualidad. Hoy yo prefiero mirar al pasado. Ya saben lo que dicen: que cualquier tiempo pasado fue mejor; pero eso no siempre es así, lo que pasa es que a veces tendemos a recordar las cosas buenas, y borrar de nuestra mente lo malo. Por eso cuando hablan del apagón, no puedo menos que recordar la poca luz que teníamos cuando yo era niña, débil y con muchos cortes; claro que como estábamos acostumbrados nadie hacía caso. Creo que el encargado de nuestra electricidad se llamaba Fernando, y lo que escuchaba era: «¡Fernandilloooo!» como maldiciéndole, cuando fallaba. Siempre estábamos preparados con abundantes velas y luces de carburo.

Naturalmente no existían las teles y mucho menos los móviles. Nuestra mejor información nos venía a través de una radio, que si se iba la luz no podíamos escuchar, al menos hasta que se inventaron las radios a pilas. Pero en las largas noches de invierno sí que podíamos cantar, jugar a cartas o parchís... o simplemente hablar, contar historias era lo que más me gustaba, siempre procuraba sentarme junto a las personas mayores, para pedirles que me contaran algo. Si me contestaban que ya lo habían contado todo, yo les pedía que me las volvieran a contar; reconozco que me solía poner pesada.

Había una revista mensual llamada «Mundo», que traía las noticias más importantes de lo acontecido en nuestro Planeta Tierra: en casa era considerada como una joya; primero la leía mi padre, luego los demás; a mí me encantaba descubrir las buenas fotos de personajes famosos: políticos, actores, cantantes y escritores. Observaba la moda de las señoras, generalmente esposas de famosos, pocas destacaban por sí mismas; la primera que conocí en política fue Indira Gandhi, me fascinaba verla lucir preciosos sari de seda, con maravillosos estampados; con su mechón    blanco, encaneciendo su bonito pelo negro. La admiraba... y alguna vez me disfracé, intentando en vano parecerme a ella. También tengo una foto a mis 50 años, con un mechón de pelo blanco, que parecía natural... y que yo simplemente dejaba esa zona sin teñir.