Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

El rayo verde

‘Sugar daddy’

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Por lo visto existe una aplicación al estilo de Tinder para poner en contacto a viejos asquerosos con niñas idiotas que quieren prostituirse para ganar pasta. La publicidad lo dice con menos crudeza, claro, pero el fondo viene a ser ese. El viejo mito de los sugar daddies y las sugar babies en la era de la tecnología. Lo demoledor de este asunto es que ha dejado de ser un siniestro intercambio marginal para convertirse casi en un fenómeno de masas. Aquello que creíamos excepcional resulta que involucra a 49 millones de personas en todo el mundo. El dinero rápido sigue ejerciendo su influjo y ahora mismo más de cien mil chiquillas están apuntadas en la aplicación a la búsqueda del señor mayor que les consienta sus caprichos a cambio de sexo.

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La Asociación Faraxa, que lucha contra la prostitución y ayuda a las mujeres que quieren salir de ahí, revela algunos datos sobre este sistema «basado en la sexualización, cosificación y mercantilización de mujeres jóvenes, donde la pornografía y la prostitución destacan entre las demandas masculinas». Hace cuatro años «solamente» eran treinta mil las jóvenes apuntadas y hoy se han más que triplicado. La mayoría son menores de 25 años y tres de cada cuatro se definen como «objetos de placer sexual» e incluso como «propiedad del hombre». Ellos sobrepasan los cincuenta años y demandan sobre todo mujeres «dependientes económicamente», «jóvenes universitarias», «sumisas y obedientes». Décadas de feminismo para acabar en esto. La mitad de las chicas muestran en sus perfiles imágenes supersexualizadas e incluso simulando prácticas sexuales. Chavalitas inconscientes que romantizan relaciones que no son otra cosa que prostitución. Aunque lo digan en inglés.